Valentina y el Tesoro de la Amistad



Había una vez una niña llamada Valentina que vivía en un colorido barrio, donde todos los niños jugaban juntos y compartían sus juguetes. Sin embargo, Valentina era muy consentida y siempre quería jugar sola. No le gustaba compartir nada, ni sus lápices, ni sus jueguitos, ni siquiera su sonrisa.

Un día, mientras Valentina estaba en el patio de la escuela, vio a sus compañeros jugar con una pelota nueva que había traído Joaquín, su amigo de la clase.

"¡Qué pelota tan divertida!" - exclamó Valentina. Pero ella no se acercó a jugar, porque no quería que nadie tocara su precioso espacio.

Joaquín, al notar que Valentina los miraba, le dijo:

"¡Valentina! Ven a jugar con nosotros, ¡es muy divertida!"

Pero ella simplemente giró la vista y siguió jugando sola con su muñeca.

Días pasaron y, cada vez que los niños se reunían para jugar, Valentina se mantenía lejos. En su casa, le contaba a su mamá lo mucho que deseaba tener amigos, pero no entendía por qué nadie quería jugar con ella.

- “Pero, Valentina, si no compartís, los demás no quieren estar cerca tuyo” - le respondió su mamá.

- “¡Eso no es justo! Yo tengo juguetes increíbles y ellos deberían querer jugar conmigo por eso.” - se quejó Valentina, sin darse cuenta de que su actitud estaba alejando a los demás.

Una tarde, mientras Valentina paseaba por el parque, vio una caja misteriosa en un rincón. Intrigada, se acercó y al abrirla, encontró un mapa del tesoro.

"¡Un tesoro!" - gritó emocionada. “¡Voy a ser rica!"

El mapa indicaba un lugar muy conocido, pero al lado había una nota que decía: “El tesoro solo se encontrará si compartís con otros”.

Valentina dudó. ¿Compartir? Había algo en su interior que la hacía sentir que si compartía el tesoro, no sería suyo. Sin embargo, la idea de encontrar un tesoro era demasiado tentadora. Decidió ir a buscar a Joaquín y a los demás.

"¡Chicos!" - gritó Valentina, levantando el mapa.

Los niños se acercaron curiosos.

"Encontré un mapa del tesoro, pero necesito que todos ayudemos para encontrarlo. ¿Quieren venir?" - dijo Valentina, con un poco de nervios.

Los niños se miraron entre sí, sorprendidos y emocionados.

"¡Claro!" - exclamó Joaquín.

Así, juntos, siguieron el mapa, resolviendo acertijos y realizando pruebas para llegar al destino. Cada niño propuso ideas, y juntos fueron descubriendo caminos que Valentina nunca habría imaginado sola.

Cuando finalmente llegaron a una gran roca, dijeron al unísono:

"¡Aquí está!"

Valentina usó todas sus fuerzas para mover la roca y, al hacerlo, la caja del tesoro apareció.

temblando de emoción, la abrió, ¡y la encontró llena de caramelos y juguetes!"¡Es increíble!" - dijo Valentina, mirando la abundancia.

Pero al mirarle a los ojos a sus compañeros, comprendió que ese tesoro sería aún más valioso si lo compartía con ellos.

"Chicos, ¿qué les parece si dividimos todo?" - dijo con una gran sonrisa.

Los niños se miraron y gritaron de alegría:

"¡Sí!"

Así, Valentina aprendió que compartir no solo le traía felicidad a los demás, sino que también llenaba su corazón de alegría. Desde ese día, Valentina se convirtió en la amiga más generosa y querida del barrio, y cada vez que escuchaban su risa, sabían que la verdadera riqueza estaba en la amistad y en el compartir.

Y así, la historia de Valentina se convirtió en una hermosa lección sobre la importancia de compartir y valorar la amistad.

FIN.

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