Valentina y la importancia de la higiene
Valentina era una niña alegre y divertida, pero tenía un gran problema: no le gustaba bañarse. Todos los días, cuando llegaba la hora del baño, Valentina ponía una carita triste y se escondía bajo la cama. Sus padres intentaban convencerla, explicándole lo importante que era mantenerse limpia y sana, pero Valentina seguía resistiéndose. -¡No quiero bañarme! ¡No quiero! -lloriqueaba cada vez que se acercaba la hora del baño.
Un día, Valentina empezó a sentirse mal. Tenía fiebre, dolor de cabeza y no tenía ánimo para jugar como siempre. Sus padres, preocupados, la llevaron al médico. La doctora le explicó que su malestar se debía a que no se había cuidado como debía. Le dijo que lavarse las manos, bañarse y mantenerse limpia era fundamental para evitar enfermarse.
Valentina escuchaba atentamente las palabras de la doctora. Por primera vez, comprendía la importancia de la higiene. Desde ese momento, decidió cambiar su actitud. Aunque al principio le costó un poco, poco a poco fue incorporando hábitos de higiene en su rutina diaria. Descubrió que bañarse podía ser divertido, con burbujas y juguetes en la bañera. También aprendió a lavarse las manos antes de comer y después de jugar, y a cepillarse los dientes después de cada comida.
Con el pasar de los días, Valentina se sintió mucho mejor. Ya no tenía miedo del agua y disfrutaba de la sensación de estar limpia. Además, su cambio de actitud la hizo más feliz y más saludable. Valentina entendió que la higiene era un superpoder que la protegía de enfermedades y le permitía disfrutar de la vida al máximo.
Desde entonces, Valentina se convirtió en una defensora de la higiene. Compartía sus conocimientos con sus amigos, enseñándoles la importancia de cuidarse para estar sanos y fuertes. Y cada noche, cuando llegaba la hora del baño, Valentina saltaba de alegría, lista para sumergirse en el agua y seguir disfrutando de su vida llena de aventuras y aprendizajes.
FIN.