Valentina y los dragones de la ciudad



Había una vez en la ciudad de Pueblo Nuevo, una niña llamada Valentina, que a sus 14 años era conocida por ser una gran amante de los libros.

Pasaba horas y horas en la biblioteca devorando historias de valientes guerreros y heroínas intrépidas. Un día, mientras paseaba por el parque leyendo su libro favorito, escuchó un ruido extraño que venía del cielo. Levantó la vista y vio unas sombras oscuras acercándose rápidamente hacia la ciudad.

Eran enormes dragones voladores que parecían dispuestos a sembrar el caos y el miedo entre los habitantes. Valentina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero en lugar de salir corriendo como todos los demás, decidió enfrentarse a la situación.

Recordando las historias de valentía que tanto le gustaban leer, se armó de valor y corrió hacia el centro de la ciudad donde los dragones estaban causando estragos.

Al llegar allí, vio aterrados a los vecinos escondidos en sus casas y comercios cerrados con llave. Sin pensarlo dos veces, Valentina se puso al frente de todos y les dijo con determinación:- ¡No podemos quedarnos escondidos! Necesitamos actuar juntos para salvar nuestra ciudad.

Los vecinos la miraron sorprendidos al ver a una adolescente enfrentándose a los temibles dragones. Pero ante su valentía y convicción, decidieron unirse a ella para combatir a las bestias.

Con ingenio e inteligencia, Valentina ideó un plan para distraer a los dragones mientras buscaban una forma de derrotarlos. Usando sus conocimientos adquiridos en sus lecturas sobre estrategia militar, lograron confundir a las bestias y debilitarlas lo suficiente como para hacerlas retroceder.

Finalmente, con la ayuda de todos los habitantes de Pueblo Nuevo trabajando juntos como un equipo, lograron expulsar a los dragones de su ciudad. La gente celebraba emocionada mientras levantaban en hombros a Valentina como su heroína salvadora.

Desde ese día en adelante, Valentina se convirtió en un símbolo de valentía y solidaridad para toda la ciudad. Los niños le pedían autógrafos emocionados cuando la veían pasar por las calles y los adultos le expresaban su eterno reconocimiento por haberlos salvado.

Y así fue como una niña fanática de la lectura demostró que no hace falta tener superpoderes para convertirse en una verdadera heroína; solo se necesita coraje, determinación y saber trabajar en equipo para superar cualquier desafío que se presente en el camino.

FIN.

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