Valeria y su gran paso



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, una niña llamada Valeria. Valeria era una niña muy alegre y curiosa, le encantaba explorar el mundo que la rodeaba y descubrir cosas nuevas todos los días.

Pero había dos cosas que aún no quería dejar atrás: su chupete y su pañal.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Valeria se dio cuenta de que todos los niños de su edad ya habían dejado el pañal y el chupete. Esto hizo que se sintiera un poco avergonzada y triste, pero también le despertó una gran determinación en su interior. Decidió hablar con su mamá sobre dejar el pañal y el chupete.

Su mamá la escuchó atentamente y le dijo: "Valeria, sé que puedes hacerlo. Estoy aquí para apoyarte en este nuevo paso que quieres dar". Valeria se puso manos a la obra.

Empezó por dejar el chupete durante el día, solo lo usaba para dormir. Al principio fue difícil, extrañaba la sensación reconfortante del chupete en su boca, pero poco a poco fue acostumbrándose.

Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, uno de ellos le preguntó por qué aún usaba pañal si ya era una niña grande. Valeria se sonrojó pero decidió contarles a sus amigos sobre su decisión de dejar ambos hábitos. "¡Wow! ¡Eso es genial!" exclamaron sus amigos emocionados.

Valeria se sintió orgullosa de sí misma por haber compartido su meta con sus amigos. Esa noche tomó otra decisión valiente: dejaría también el pañal. Los primeros días sin pañal fueron un desafío para Valeria y su familia.

Hubo algunos accidentes aquí y allá, pero nadie se rindió. Todos estaban ahí para apoyarla en este nuevo camino. Finalmente, después de semanas de esfuerzo y determinación, Valeria logró dejar tanto el chupete como el pañal completamente atrás.

Se sentía libre y feliz sabiendo que podía enfrentar cualquier desafío que se le presentara. Un día, cuando estaba jugando cerca del río con sus amigos, vio a un patito perdido tratando de encontrar a su mamá.

Sin dudarlo un segundo, Valeria corrió hacia él y lo llevó de vuelta al agua donde estaba su madre esperando ansiosa. "¡Gracias por ayudarme!" dijo la mamá pato emocionada.

Valeria sonrió ampliamente sabiendo que había hecho algo bueno ese día gracias a toda la valentía que había acumulado al dejar atrás sus viejos hábitos.

Desde ese día en adelante, Valeria siguió explorando el mundo con esa misma valentía e determinación que la caracterizaban; siempre lista para enfrentar nuevos retos sin miedo alguno porque sabía que podía lograr todo lo que se propusiera.

FIN.

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