Valiente en el agua


Había una vez una niña llamada Amanda, que vivía en un pequeño pueblo cerca del mar.

Aunque el mar era hermoso y todos los demás niños disfrutaban nadando y jugando en el agua, Amanda tenía un gran miedo al agua. Cada vez que sus amigos la invitaban a ir a la playa o a la piscina, ella encontraba una excusa para no ir.

Se sentía triste porque quería divertirse como ellos, pero su miedo al agua era más fuerte. Un día, mientras caminaba por el pueblo con su abuelo, vieron un cartel que anunciaba una competencia de natación para niños. Amanda se sintió intrigada y le preguntó a su abuelo qué pensaba sobre eso.

Su abuelo sonrió y dijo: "Amanda, siempre es bueno enfrentar nuestros miedos. Si te animas a participar en esa competencia de natación, estoy seguro de que descubrirás lo valiente que eres".

Amanda se quedó pensativa durante todo el camino de regreso a casa. Sabía que enfrentar su miedo sería difícil, pero también sabía que su abuelo tenía razón. Decidió inscribirse en la competencia y comenzar a entrenar. Los días pasaron rápidamente y finalmente llegó el día de la competencia.

Amanda estaba muy nerviosa mientras esperaba su turno para nadar. Miró hacia el agua e imaginó todas las cosas terribles que podrían pasarle si se metía allí. Cuando llegó su turno, caminó lentamente hacia el borde de la piscina.

Todos los ojos estaban puestos en ella mientras intentaba controlar sus temblores y recordarse a sí misma que era valiente. - ¡Vamos, Amanda! Tú puedes hacerlo - se animó su abuelo desde las gradas.

Con un suspiro profundo, Amanda saltó al agua y comenzó a nadar. Al principio, sentía miedo e inseguridad, pero poco a poco fue recordando todos los consejos que le habían dado y se sintió más confiada. Mientras nadaba, algo increíble sucedió.

Se dio cuenta de lo bien que se sentía estar en el agua. La sensación de libertad y ligereza la hizo olvidar por completo su miedo. Se movía con gracia y rapidez como si siempre hubiera sido una nadadora experta.

Cuando finalmente tocó la pared para terminar la carrera, todos estallaron en aplausos y ovaciones. Amanda salió del agua con una gran sonrisa en su rostro y corrió hacia su abuelo para darle un fuerte abrazo.

Desde ese día en adelante, Amanda dejó atrás su miedo al agua. Comenzó a disfrutar de ir a la playa con sus amigos y nunca más se perdió ninguna oportunidad de divertirse en el mar o en la piscina.

La historia de Amanda nos enseña que enfrentar nuestros miedos puede llevarnos a descubrir nuevas habilidades y experiencias emocionantes. Todos tenemos el potencial de ser valientes si nos atrevemos a dar el primer paso hacia nuestros temores.

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