Valientes en la clínica veterinaria



Afri y Can eran dos cachorros muy curiosos que vivían en un pequeño pueblo en Argentina.

Afri era un gato atigrado naranja con grandes ojos verdes, mientras que Can era un perro cachorro de raza dogo argentino, con su pelaje blanco como la nieve y sus orejas caídas. Un día, los dos amigos descubrieron que iban a ir juntos por primera vez al veterinario.

Estaban emocionados pero también un poco asustados, ya que habían escuchado rumores de que el veterinario pinchaba con agujas. "¿Qué crees que nos harán en el veterinario, Afri?" preguntó Can mientras caminaban por la calle principal del pueblo. "No lo sé, Can.

Pero dicen que es para cuidar nuestra salud y asegurarnos de estar fuertes y sanos", respondió Afri tratando de sonar valiente. Llegaron a la clínica del veterinario y fueron recibidos por una amable enfermera que los tranquilizó y les explicó todo el proceso.

Primero pesaron a Afri y a Can, quienes se portaron muy bien en la balanza. Luego los llevaron a una sala donde una doctora revisó sus oídos, dientes y corazón.

"¡Está todo bien chicos! Son unos animales muy sanos", les dijo la doctora con una sonrisa. Afri y Can se miraron aliviados e intercambiaron una mirada cómplice. Estaban felices de haber superado esa experiencia juntos. Pero justo cuando pensaban que todo había terminado, la enfermera regresó con dos jeringas en la mano.

"¡Oh no! ¡Es hora de las vacunas!" exclamó Can asustado. "Tranquilo amigo", dijo Afri intentando transmitir calma. "Dicen que las vacunas duelen un poquito pero nos protegen de enfermedades peligrosas".

La enfermera administró las vacunas rápidamente y sin dolor gracias a su habilidad y paciencia. Los cachorros apenas sintieron el pinchazo. Una vez finalizada la visita al veterinario, Afri y Can salieron saltando de alegría por haber superado ese desafío juntos.

Se sentían más unidos que nunca después de compartir esa experiencia. Desde ese día, Afri y Can aprendieron lo importante que es cuidar su salud visitando regularmente al veterinario. Y aunque al principio tuvieron miedo, comprendieron que siempre podían apoyarse mutuamente para superar cualquier obstáculo.

Y así continuaron viviendo aventuras juntos en su querido pueblo argentino, sabiendo que tenían un amigo fiel para toda la vida en quien confiar en los momentos difíciles: porque Afri el gato atigrado naranja cachorro y Can el perro dogo argentino sabían que juntos podían enfrentarse a cualquier desafío con valentía y compañerismo.

FIN.

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