Valientes junto al Abuelo



Había una vez un niño llamado Mateo que siempre se sentía perseguido por el miedo. Desde que era muy pequeño, el miedo lo acompañaba a todas partes y no le permitía disfrutar de las cosas como los demás niños.

Un día, Mateo decidió enfrentar su miedo y buscar una solución para poder vivir sin sentirse constantemente asustado. Así que decidió ir a conversar con su abuelo, quien siempre tenía respuestas sabias para todo.

"Abuelo, tengo un problema", dijo Mateo con voz temblorosa. "Cuéntame qué te pasa, Mateíto", respondió cariñosamente el abuelo. Mateo explicó cómo el miedo lo perseguía y le impedía hacer muchas cosas divertidas. El abuelo escuchó atentamente y luego sonrió.

"¿Sabes qué, Mateíto? Todos tenemos miedos en la vida. Incluso yo tengo algunos", dijo el abuelo mientras acariciaba la cabeza de su nieto. "¿En serio?", preguntó sorprendido Mateo.

El abuelito asintió con ternura y continuó: "Pero lo importante es aprender a enfrentar nuestros miedos y no dejar que nos controlen".

Mateo se quedó pensativo por un momento y luego preguntó: "¿Y cómo puedo hacer eso?"El abuelito le explicó que los miedos son como sombras que se hacen más grandes si les prestamos demasiada atención. Pero si aprendemos a enfrentarlos poco a poco, se vuelven más pequeños e inofensivos. "Una forma de hacerlo es hablando sobre tus miedos con alguien en quien confíes, como lo estás haciendo ahora conmigo", dijo el abuelo.

Mateo se sintió aliviado al saber que no estaba solo y que podía compartir sus miedos con los demás.

A partir de ese día, decidió hablar sobre sus temores con su familia y amigos, lo cual le ayudó a sentirse más valiente. Un día, Mateo se encontraba en el parque jugando con sus amigos cuando vio una serpiente en el camino. Antes, habría salido corriendo asustado, pero recordó las palabras de su abuelo y decidió enfrentar su miedo.

"Chicos, ¿ven esa serpiente? Yo la voy a atrapar", dijo Mateo con determinación. Sus amigos miraron sorprendidos mientras Mateo se acercaba lentamente a la serpiente. Con cada paso que daba, sentía cómo su miedo se hacía más pequeño.

Finalmente, logró atraparla sin ningún problema y la liberó en un lugar seguro. Los amigos de Mateo aplaudieron emocionados por su valentía y él sonrió orgulloso. Ese día comprendió que enfrentando sus miedos podía hacer cosas increíbles.

A medida que pasaban los días, Mateo fue dejando atrás muchos de sus miedos gracias a su actitud valiente. Ya no tenía miedo de subir a los juegos del parque ni de hablar en público en la escuela.

Pero había un último temor que aún persistía: el miedo a la oscuridad. Cada noche antes de dormir, encendía todas las luces para evitar sentirse asustado. Pero eso cambió cuando recordó las palabras sabias de su abuelo.

"La oscuridad es solo la ausencia de luz, Mateíto. Si aprendes a conocerla y enfrentarla, verás que no hay nada que temer", le había dicho el abuelo.

Con gran valentía, Mateo apagó todas las luces de su habitación y se acostó en la cama. Al principio, sintió un poco de miedo, pero poco a poco fue respirando profundo y recordando todos los miedos que ya había superado.

"¡No tengo por qué tenerle miedo a la oscuridad!", exclamó con una sonrisa mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por un sueño tranquilo. A partir de ese día, Mateo dejó atrás definitivamente el miedo que lo perseguía.

Aprendió a enfrentar sus temores con valentía y comprender que no hay nada más poderoso que uno mismo para superar cualquier obstáculo. Y así fue como Mateo se convirtió en un niño valiente e inspirador para muchos otros niños que también querían dejar atrás sus miedos.

FIN.

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