Valientes juntos
Había una vez en el colegio "Estrellitas Brillantes", un niño llamado Simón que siempre se sentía nervioso y asustado de participar en clase, dar su opinión y jugar con los demás niños.
Siempre se quedaba callado, mirando desde lejos a sus compañeros mientras Anita, una niña extrovertida y alegre, brillaba en todo lo que hacía. Un día, durante el recreo, Simón estaba sentado solo en un banco cuando Anita se acercó a él con una sonrisa radiante.
- ¡Hola Simón! ¿Por qué estás siempre tan callado? ¡Deberías venir a jugar con nosotros! -dijo Anita animadamente. Simón bajó la mirada avergonzado y respondió tímidamente: - Me da miedo hablar en público y no sé cómo hacer amigos.
Anita se sentó a su lado y le dijo con cariño:- No te preocupes Simón, yo puedo enseñarte a ser más extrovertido si tú me enseñas a ser más reflexiva como tú. Simón levantó la vista sorprendido por la propuesta de Anita.
Ambos hicieron un pacto para ayudarse mutuamente a superar sus miedos y aprender nuevas habilidades juntos. Los días pasaron y Simón comenzó a participar más en clase gracias al apoyo de Anita.
A medida que ganaba confianza, también empezó a socializar con otros niños durante el recreo. Por otro lado, Anita aprendió a escuchar con atención las ideas de Simón antes de actuar impulsivamente.
Una tarde, durante una actividad escolar donde debían representar una obra de teatro frente a toda la escuela, llegó el momento crucial. Simón estaba nervioso mientras Anita lo tranquilizaba diciéndole:- Tú puedes hacerlo Simón, confío en ti. Recuerda todo lo que hemos practicado juntos.
Con el aliento de Anita resonando en su mente, Simón subió al escenario junto con ella y desempeñaron sus roles magistralmente. Al finalizar la obra, fueron ovacionados por todos los presentes.
Desde ese día, Simón ya no sintió tanto miedo de expresarse frente a los demás y disfrutaba compartir momentos especiales con sus compañeros. Mientras tanto, Anita aprendió el valor de la empatía y la paciencia gracias a la influencia positiva de Simón.
Ambos descubrieron que podían ser ellos mismos sin dejar de aprender cosas nuevas cada día. Se convirtieron en grandes amigos inseparables que demostraron que las diferencias no eran obstáculos sino oportunidades para crecer juntos.
Y así fue como Simón y Anita demostraron que cada uno tiene algo único para ofrecer al mundo; solo hace falta abrirse al cambio y aceptar las bondades del otro para alcanzar la mejor versión de sí mismos.
FIN.