Vallejo, el poeta guardián


sos versos que resonaban con la melodía de la naturaleza. Vallejo era un niño especial, con una sensibilidad única para captar la belleza del mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras paseaba por el pueblo, Vallejo escuchó a un grupo de niños burlándose de otro niño llamado Mateo, quien tenía dificultades para leer y escribir. Vallejo sintió una profunda tristeza al ver cómo se mofaban de Mateo y decidió intervenir.

"¡Alto ahí! ¿Por qué se burlan de Mateo? Todos somos diferentes y únicos en nuestra forma de ser", exclamó Vallejo con firmeza. Los niños se quedaron sorprendidos por las palabras de Vallejo, quien los miraba con determinación.

"¿Y tú quién eres para defendernos?", preguntó uno de los niños desafiante. "Soy Vallejo, y creo en la magia de las palabras. Cada uno tiene su propio ritmo y sus propias fortalezas. No deberíamos juzgar a nadie por sus diferencias", respondió Vallejo con calma.

Los niños reflexionaron sobre las palabras del joven poeta y poco a poco empezaron a comprender la importancia de respetar a los demás tal como son.

Desde ese día, Mateo encontró en Vallejo no solo a un defensor, sino también a un amigo dispuesto a ayudarlo a superar sus dificultades con la lectura y escritura. Vallejo dedicaba parte de su tiempo libre a enseñarle a Mateo el poder de las palabras, cómo estas podían transformarse en versos que expresaran sus sentimientos más profundos.

Juntos exploraban el mundo mágico de la literatura, donde cada página era un portal hacia nuevas aventuras y aprendizajes. Con el paso del tiempo, Mateo comenzó a ganar confianza en sí mismo gracias al apoyo incondicional de Vallejo.

Sus avances en lectura y escritura eran evidentes, pero lo más importante era la amistad que había nacido entre ellos.

Una tarde soleada, Vallejo invitó a todos los niños del pueblo a reunirse en el parque para compartir una jornada llena de poesía y alegría. Cada niño recitaba un verso creado por ellos mismos mientras Vallejo los animaba desde el centro del círculo formado por todos los presentes.

La magia estaba presente en el aire cuando finalmente llegó el turno de Mateo. Con voz temblorosa pero llena de emoción, recitó un hermoso poema que había escrito inspirado por su amistad con Vallejo. Las lágrimas brotaban tanto en él como en quienes lo escuchaban emocionados.

Ese día quedó marcado en la memoria del pueblo como una celebración del valor único que cada persona posee y cómo juntos podemos superar cualquier adversidad si nos apoyamos unos a otros.

La bondad y generosidad de Vallejo habían dejado una huella imborrable en todos los corazones presentes. Desde entonces, Vallejo continuó su camino como guardián de las palabras e inspiración para aquellos que necesitaran encontrar su voz propia dentro del vasto universo literario.

Y así fue como el pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos descubrió que la verdadera magia reside en el amor hacia nuestros semejantes y en el poder transformador de las palabras bien utilizadas.

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