Vega y el Parque de los Pasos Mágicos



Había una vez una niña llamada Vega, que era conocida por su valentía y energía sin límites. A sus cortos 7 años, Vega no dejaba de correr y saltar por todas partes, siempre buscando nuevas aventuras.

Pero además de su amor por la acción, a Vega le encantaba bailar. Cada vez que escuchaba música, no podía evitar moverse al ritmo y dejar que su cuerpo se expresara libremente.

Su pasión por el baile era contagiosa y todos los que la veían bailar se sentían inspirados. Un día, mientras iba en el coche con su madre rumbo a la escuela, sonó una canción en la radio que hizo vibrar el corazón de Vega.

Sin pensarlo dos veces, comenzó a cantar a todo pulmón y a moverse en el asiento del coche al ritmo de la música. "¡Mamá! ¡Esta canción es genial! ¿Podemos ir al parque después de la escuela para bailar?"- exclamó emocionada Vega.

Su madre sonrió divertida ante tanta energía y entusiasmo. "¡Claro que sí, mi pequeña bailarina! Después de hacer tus deberes escolares iremos directo al parque para disfrutar tu danza"- respondió.

Vega pasó todo el día imaginando cómo sería bailar en medio del parque rodeada de árboles y pájaros cantando. No podía esperar para compartir su alegría con otros niños y niñas que también amaban el baile tanto como ella.

Al llegar al parque esa tarde soleada, Vega encontró un lugar perfecto cerca del estanque donde había una pequeña tarima. Tomó la mano de su madre y se paró en el centro del escenario improvisado. "¡Atención a todos! ¡Voy a bailar para ustedes!"- anunció Vega con una sonrisa radiante.

La música comenzó a sonar y Vega dejó que su cuerpo se moviera al ritmo de la melodía. Saltaba, giraba y hacía piruetas, llenando el aire con su pasión por el baile.

Los niños y niñas que estaban cerca no pudieron resistirse y pronto se unieron a ella, formando un grupo de bailarines felices. Mientras seguían bailando, Vega notó a una niña tímida sentada en un banco cercano, observándolos con ojos brillantes pero sin atreverse a unirse.

Vega decidió acercarse a ella. "¿Te gusta la música?"- preguntó amablemente Vega. La niña asintió tímidamente. "Sí, me encanta... Pero no sé bailar como tú". Vega le sonrió comprensivamente.

"No te preocupes, lo importante es divertirte y disfrutar del momento. ¿Quieres intentarlo?"La niña dudó por un instante pero finalmente aceptó la invitación de Vega. Juntas comenzaron a moverse al ritmo de la música, cada una encontrando su propio estilo y expresión en el baile.

Poco a poco, más niños y niñas se fueron sumando al grupo hasta que todo el parque estaba lleno de risas y movimiento.

La alegría contagiante de Vega había inspirado a todos para dejar atrás sus inhibiciones y simplemente disfrutar del arte del baile. Desde ese día en adelante, Vega y sus nuevos amigos continuaron bailando en el parque todas las tardes.

El parque se convirtió en un lugar mágico donde la música y la danza llenaban el aire, creando una comunidad llena de risas, amistad y expresión creativa. Y así, gracias a su valentía para seguir su pasión por el baile, Vega logró inspirar a otros a encontrar la alegría en cada movimiento.

Con su sonrisa eterna y energía inagotable, demostró que no hay límites cuando se trata de perseguir nuestros sueños y compartir nuestra felicidad con los demás. Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!