Ventanas de Amistad



Había una vez una niña llamada Martina que vivía en un bonito departamento en la ciudad. Desde su ventana, podía ver el parque del vecindario y siempre se quedaba mirando a las personas que pasaban por ahí.

Un día, mientras observaba desde su ventana, vio a un chico muy simpático sentado en un banco. El chico también notó a Martina y le sonrió.

Ella le devolvió la sonrisa tímidamente y así comenzaron a hablar todos los días atravez de sus ventanas. Martina descubrió que el nombre del chico era Tomás y que compartían muchos gustos similares.

Un día, mientras hablaban por la ventana, Tomás le mostró a Martina un libro sobre aventuras y le dijo: "Martina, ¿te gustaría explorar juntos? Podríamos buscar tesoros escondidos en el parque". A ella le encantó la idea y aceptó emocionada. Al día siguiente, Martina se encontró con Tomás debajo de su ventana y juntos comenzaron su búsqueda del tesoro.

Recorrieron cada rincón del parque siguiendo pistas hasta llegar a un árbol antiguo donde encontraron una caja llena de dulces deliciosos. Ambos se divirtieron mucho ese día y se dieron cuenta de lo bien que se llevaban.

Decidieron continuar explorando juntos cada vez que tenían tiempo libre. Descubrieron cuevas secretas llenas de murciélagos imaginarios e inventaron historias fantásticas sobre piratas valientes.

Pero un día, cuando estaban jugando cerca de la fuente del parque, escucharon voces tristes provenientes de un rincón. Se acercaron y encontraron a un grupo de niños que no tenían juguetes para jugar. Martina y Tomás se miraron y supieron que tenían que hacer algo.

Decidieron organizar una colecta de juguetes entre sus amigos y vecinos. Con la ayuda de todos, lograron recolectar cajas llenas de juguetes nuevos y usados. Luego los repartieron entre los niños del parque, quienes sonrieron emocionados al recibirlos.

A medida que pasaba el tiempo, Martina y Tomás se dieron cuenta de lo importante que era ayudar a los demás. Juntos, organizaron actividades divertidas en el parque para todos los niños del vecindario. Aprendieron a trabajar en equipo y a valorar la amistad.

Finalmente, llegó el día en que Martina tuvo que mudarse a otra ciudad con su familia. Ambos estaban tristes por tener que separarse, pero prometieron mantener contacto y seguir siendo amigos.

Martina se despidió de Tomás desde su ventana mientras él le decía: "Siempre recordaré nuestras aventuras juntos". Ella le respondió: "Yo también, siempre seremos amigos". Y así fue como Martina aprendió la importancia de abrirse a nuevas amistades e involucrarse en su comunidad.

Desde entonces, nunca dejó de explorar el mundo junto a sus nuevos amigos, llevando consigo el recuerdo especial de aquel chico con quien compartió tantas aventuras desde su ventana.

FIN.

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