Verónica y el Arcoíris de Mascotas



Verónica era una niña curiosa que vivía en un pequeño pueblo donde los colores brillaban en cada rincón. Su habitación estaba llena de dibujos de animales: gatos, perros, pájaros y conejitos, todos en colores vibrantes: rojo, azul, verde, amarillo, negro, rosa, gris, blanco y marrón. Cada día, Verónica soñaba con tener su propia familia de mascotas.

Un día soleado, mientras paseaba por el parque, se encontró con un grupo de amigos: Cata, la niña que amaba los gatos; Dogo, el niño que adoraba los perros; Lila, la amante de los pájaros; Conejito, que siempre hablaba de su afición por los conejos; y Rami, el experto en hámsteres. Verónica decidió unirse a ellos.

"Hola a todos, ¡qué lindo día!" - saludó Verónica.

"Hola, Verónica. Estamos planeando una aventura. ¿Vas a venir?" - preguntó Cata con entusiasmo.

Verónica, emocionada, respondió: "¡Claro! ¿Adónde vamos?"

"Vamos a la colina de los colores. Dicen que allí hay un Arcoíris Mágico que puede cumplir un deseo de cada uno de nosotros" - explicó Dogo.

Intrigada, Verónica aceptó la propuesta. El grupo comenzó su caminata hacia la colina, llena de risas y cantos. Cada uno iba compartiendo sus esperanzas de lo que querrían desear al llegar al Arcoíris.

"Yo deseo tener un gato que siempre me haga compañía" - dijo Cata.

"Yo quiero un perro que pueda correr conmigo por todo el parque" - agregó Dogo.

"Yo solo quiero un loro que hable conmigo" - exclamó Lila.

"Me gustaría un conejo que tenga orejas gigantes" - soñaba Conejito.

"Yo deseo un hámster que sea el más rápido del mundo" - finalizó Rami.

Verónica, al escuchar a sus amigos, tuvo un deseo especial: "Yo quiero un pack de colores de animales, todos mis favoritos: un gato rojo, un perro azul, un loro verde, un conejo amarillo, un hámster negro, y así con todos los colores!".

Cuando llegaron a la colina, el Arcoíris brillaba intensamente. Al observarlo, sintieron una energía calida que los rodeaba. Cada uno de ellos pidió su deseo, y el Arcoíris comenzó a brillar aún más, llenando el aire de luces y risas.

Pero, de repente, un gran viento sopló y los deseos comenzaron a perder su forma. En lugar de aparecer mascotas, el Arcoíris se volvió un torbellino de colores, creando una nube de confusión.

"¡Oh no! ¿Qué está pasando?" - gritó Lila.

"¡No sé! Parece que los deseos se han enredado..." - respondió Dogo con miedo.

Verónica, observando la situación, pensó rápidamente. "Creo que cada uno deseaba algo muy específico. Lo que necesitamos es trabajar juntos para desenredar los colores. Quizás, si unimos nuestros deseos, el Arcoíris nos entenderá".

Los amigos comenzaron a dialogar, uniendo sus ideas y deseos en un solo sentimiento de amistad y diversión. "¡Vamos! Queremos que este Arcoíris sea el símbolo de nuestra unión" - propuso Conejito.

Juntos, gritaron: "¡Queremos una fiesta de colores!"

Y de repente, todo el torbellino se calmó, convirtiéndose en una hermosa esfera de luz que envolvió a todos. Al momento siguiente, cada uno de ellos se encontró rodeado de diferentes animales de colores, pero bien juntos, como parte de un gran grupo.

Verónica miró a su alrededor y sonrió. "¡Miren! Todos nuestros deseos han tomado vida, pero no como esperamos. ¡Los tenemos a todos y somos un equipo!"

"¡Sí! ¡Miren a mi gato rojo jugar con el perro azul!" - exclamó Cata felizmente.

" ¡Y los loros verdes nos están cantando!" - añadió Lila con alegría.

Así, el grupo aprendió que aunque cada uno quería algo individual, la verdadera alegría estaba en compartir y disfrutar juntos.

Desde ese día, Verónica y sus amigos se reunían a menudo en el parque con sus maravillosas mascotas de colores, viviendo aventuras y enseñando a otros niños que el valor de la amistad y la colaboración es lo que realmente te hace tener una vida llena de colores. Y así, el Arcoíris de Mascotas se convirtió en un símbolo en el pueblo, recordándole a todos que los mejores momentos surgen de compartir y soñar juntos.

FIN.

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