Verónica y el poder del trabajo en equipo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Verónica. Todos en el pueblo la conocían como "Verónica la insoportable" porque era muy egoísta y siempre buscaba llamar la atención de los demás.
Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Verónica vio a un grupo de niños jugando al fútbol. Decidió acercarse y unirse al juego sin ser invitada.
"-¡Dejen que juegue yo también! Seguro que soy mejor que todos ustedes!", exclamó con arrogancia. Los niños aceptaron a regañadientes y comenzaron a jugar. Pero Verónica solo se preocupaba por destacar y ganar todos los partidos. No pasaba el balón a sus compañeros y siempre intentaba hacer todo sola.
Esto hizo que los otros niños se sintieran tristes y excluidos. Un día, mientras seguía con su actitud egoísta, Verónica tropezó con una piedra en medio del partido de fútbol y se lastimó el pie.
Los niños corrieron hacia ella para ayudarla. Uno de ellos le dijo: "-Verónica, si fueras más amable con nosotros, estaríamos dispuestos a ayudarte siempre. "Verónica reflexionó sobre las palabras de su amigo y decidió cambiar su actitud egoísta por una más amigable.
Comenzó a escuchar a sus compañeros de equipo, pasándoles el balón cuando veía una oportunidad para ello e incluso animándolos cuando lograban hacer un buen gol.
Poco a poco, Verónica comenzó a darse cuenta de lo divertido que era jugar en equipo y tener amigos verdaderos. Se dio cuenta de que el verdadero éxito no radicaba en ganar todos los partidos, sino en disfrutar del juego y compartir momentos especiales con los demás.
Con el tiempo, Verónica se convirtió en una niña amable y considerada. Todos en Villa Alegre notaron su cambio y comenzaron a llamarla "Verónica la amigable".
La niña aprendió que ser egoísta solo aleja a las personas, pero ser amable y generosa crea lazos fuertes y duraderos. Desde aquel día, Verónica se esforzó por ser una buena compañera de equipo en todas las actividades que realizaba. Ya no buscaba destacar por encima de los demás, sino ayudarlos a brillar también.
Su actitud positiva inspiró a otros niños del pueblo a cambiar sus comportamientos negativos. Y así, gracias al cambio de actitud de Verónica, Villa Alegre se convirtió en un lugar donde reinaba la amistad y la colaboración.
Todos aprendieron la importancia de trabajar juntos y valorar las cualidades únicas de cada persona. La historia de Verónica nos enseña que siempre es posible cambiar nuestro comportamiento si estamos dispuestos a reflexionar sobre nuestras acciones y aprender de nuestros errores.
Además, nos muestra cómo una actitud amigable puede transformar nuestra vida y mejorar nuestras relaciones con los demás.
FIN.