Versos de Esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un grupo de niños y niñas muy curiosos y ansiosos por aprender.

Todos los días iban a la escuela con alegría, porque sabían que allí encontrarían a su maestra favorita, la señorita Lucía. La señorita Lucía era una mujer amable y cariñosa, siempre dispuesta a enseñarles cosas nuevas y a responder todas sus preguntas.

Pero había algo especial en ella, tenía el don de convertir cualquier lección en una aventura emocionante. Un día soleado, mientras los niños se encontraban sentados en el patio de la escuela, esperando que comenzara la clase, apareció un cartero con una carta dirigida a la señorita Lucía.

Todos quedaron intrigados por saber qué decía. La maestra abrió el sobre y comenzó a leer:"Querida señorita Lucía, Le escribo para invitarla a participar en un concurso nacional de poesías para maestros destacados.

Su dedicación y amor por enseñar han sido reconocidos por toda la comunidad educativa. "Los ojos de los niños se iluminaron al escuchar esto. Sabían lo importante que era su maestra para ellos y cómo había logrado despertar su pasión por aprender.

- ¡Señorita Lucía! ¡Deberías participar en ese concurso! - exclamó Tomás emocionado. - Sí, serías la mejor representante de nuestra escuela - agregó Valentina. La señorita Lucía sonrió al ver el entusiasmo de sus alumnos. - Gracias chicos, me alegra tanto contar con ustedes como mis pequeños poetas.

Siempre me han inspirado con su creatividad y ganas de aprender. Creo que podría ser una gran oportunidad para compartir nuestras historias.

Desde ese día, la señorita Lucía dedicó parte de sus clases a enseñarles sobre la poesía y cómo expresar sus sentimientos a través de las palabras. Los niños se sumergieron en un mundo lleno de versos y rimas, dejando volar su imaginación.

Con el pasar de los días, cada uno de los niños escribió su propia poesía para homenajear a su maestra. Hablaban sobre lo mucho que habían aprendido con ella, cómo había despertado sus sueños y les había enseñado a nunca rendirse.

Llegó el día del concurso y todos se prepararon para acompañar a la señorita Lucía en esta emocionante aventura. Se dirigieron al teatro del pueblo donde se encontraba el jurado esperando escuchar las hermosas palabras que la maestra tenía por ofrecer.

La señorita Lucía subió al escenario y comenzó a recitar su poesía ante un público expectante:"En mi salón hay risas, y también algún llanto. Hay sueños por cumplir, y alegrías sin espanto. Cada niño es único, con talentos diferentes. Mi labor es guiarlos, hasta límites sorprendentes. Aprendemos juntos, dibujamos mil colores.

Descubrimos el mundo, con pasión nos envolvemos. "Las palabras de la señorita Lucía resonaron fuerte en el corazón de todos los presentes. El público aplaudió emocionado mientras ella bajaba del escenario con una sonrisa de satisfacción.

Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador del concurso. El jurado se tomó su tiempo para deliberar y finalmente anunciaron:- ¡La ganadora es la señorita Lucía! El teatro se llenó de aplausos y ovaciones.

Los niños saltaban y gritaban de alegría mientras abrazaban a su maestra. Ese día quedó marcado en la memoria de todos como un símbolo del amor por aprender y enseñar.

La señorita Lucía, junto a sus pequeños poetas, demostraron que el conocimiento va más allá de las palabras escritas en un libro, sino que está en la pasión por descubrir, en la creatividad y en el amor por compartir.

Y así, Villa Esperanza siguió siendo un lugar donde los sueños se convertían en realidad gracias a una maestra valiente que supo inspirar a sus alumnos con su dedicación y cariño.

FIN.

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