Versos y Rimas en Verano



Era un caluroso día de verano en el pueblito de Solcito, donde los colores brillaban más que nunca y las risas de los niños resonaban en las calles. En este pueblito vivían dos amigos inseparables, Lila y Tomás, quienes tenían una pasión en común: ¡los versos y las rimas!

Una mañana, mientras exploraban el jardín de Lila, Tomás preguntó:

"¿Te imaginas si pudiéramos escribir un poema que haga volar a los pájaros hasta las nubes?"

Lila, emocionada, respondió:

"¡Sí! Y podríamos hacer que todos los animales del bosque vengan a escuchar nuestra poesía."

Así nació la idea de organizar un concurso de rimas en el parque central del pueblo, y los amigos se pusieron a trabajar en su poema. Pasaron días creando versos mágicos que hablaban sobre el sol, las flores y la amistad. Lila decía:

"Cada palabra será como una semilla que florecerá en la mente de quienes escuchen."

Tomás añadió:

"Y con un poco de música, ¡tendremos el evento más divertido de Solcito!"

Emocionados, comenzaron a repartir volantes por todo el barrio para invitar a todos a participar. Pero un giro inesperado ocurrió: una niña nueva, llamada Sofía, se mudó al pueblo. Al enterarse del concurso, se acercó tímidamente a ellos.

"Hola, soy Sofía. Me encanta la poesía, pero nunca he escrito una. ¿Puedo unirme a ustedes?"

"¡Por supuesto! Cuantos más seamos, mejor será el poema."

Aunque Sofía era un poco insegura, los amigos le dieron ánimo. Juntos trabajaron, compartieron ideas y se inspiraron para crear versos que se entrelazaban. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Lila empezó a sentirse celosa porque Sofía tenía una forma mágica de dar vida a las palabras.

"No puedo creerlo, Tomás. Sofía está robando toda la atención. Mis versos parecen aburridos al lado de los suyos."

"No digas eso, Lila. La poesía es para compartir, y a veces, las mejores ideas surgen en grupo."

Animada por las palabras de Tomás, Lila decidió dar lo mejor de sí. Se sentó una tarde con papel y lápiz y plasmó todo lo que sentía. Finalmente, llegó el día del concurso, y todos en el pueblo se reunieron en el parque. El sol brillaba y una brisa suave arrastraba el aroma de las flores.

Los participantes comenzaron a recitar sus poemas. Cuando llegó el turno de Lila, Tomás y Sofía, Lila se sintió un poco nerviosa, pero entonces recordó lo que había escrito:

"En cada rima, un sueño nace, con cada verso, un corazón desgrace. Amigos y risas son nuestro motor, poesía en el aire, ¡viva el amor!"

La multitud aplaudió emocionada, y al final, el jurado decidió que el gran premio fuera para el grupo de amigos. Pero en lugar de egoísmos, Sofía propuso:

"¿Por qué no dividimos el premio y organizamos un taller de poesía para que todos en el pueblo puedan escribir sus propios versos?"

Tomás y Lila sonrieron, unieron sus manos y exclamaron:

"¡Es una idea maravillosa!"

Así fue como en Solcito se realizó el primer taller de poesía del pueblo, donde los niños y los adultos aprendieron a crear rimas y versar sobre la belleza de la vida. Y desde aquel verano, Lila, Tomás y Sofía se convirtieron en un equipo inseparable, compartiendo su amor por la poesía y demostrando que, a veces, las mejores historias nacen cuando se comparte el corazón.

Cada verano se celebraba el concurso, y Solcito se llenaba de versos y rimas que alegraban el alma. Y lo más importante de todo, los tres amigos aprendieron que el verdadero éxito radica en la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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