Viajando Juntos


Saúl y Carina se encontraron en la plaza, bajo un árbol grande y frondoso. Los dos llevaban paraguas y se sonrieron tímidamente al verse. - Hola, ¿tú eres Saúl? - preguntó Carina. - Sí, soy yo.

Y tú debes ser Carina - respondió él. Comenzaron a charlar animadamente, descubriendo que tenían muchas cosas en común.

La lluvia no les importaba, estaban tan entretenidos hablando que ni siquiera se dieron cuenta de que estaba lloviendo cada vez más fuerte. - Me encanta viajar - dijo Saúl con entusiasmo -, siempre he querido conocer nuevos lugares y culturas. - A mí también me encanta viajar - coincidió Carina -, pero nunca he tenido la oportunidad de hacerlo mucho.

Así fue como comenzaron su aventura juntos, recorriendo distintos países y viviendo experiencias únicas. Pero un día recibieron una noticia maravillosa: iban a tener una hija. Luján llegó al mundo en un día soleado de primavera.

Era una bebé hermosa y saludable que llenó sus vidas de alegría y amor. Desde ese momento, todo cambió para ellos: ya no podían simplemente tomar sus mochilas e irse a recorrer el mundo cuando quisieran. Tenían una responsabilidad mayor ahora.

Pero eso no significaba que tuvieran que renunciar a sus sueños. Al contrario, querían compartirlos con Luján y enseñarle todo lo que sabían sobre el mundo.

Así comenzaron a planear viajes familiares, adaptados a las necesidades de una niña pequeña. - Mira, Luján - dijo Carina un día -, este es el Coliseo Romano. Es uno de los lugares más antiguos y famosos del mundo. Luján abrió los ojos asombrada al ver aquella enorme estructura de piedra.

- ¿Cómo se construyó? - preguntó con curiosidad. Carina le explicó la historia del Coliseo, mientras Saúl sacaba fotos emocionado. Así fueron explorando juntos distintas ciudades y países, aprendiendo cosas nuevas cada día. Pero no todo era fácil.

A veces Luján se cansaba o se aburría durante los viajes largos en avión o autobús. Otras veces había imprevistos que complicaban sus planes.

Una vez perdieron su equipaje en un aeropuerto y tuvieron que pasar una noche durmiendo en el suelo. Pero siempre encontraban la manera de resolver los problemas juntos y seguían adelante con sus aventuras.

Un día, cuando Luján ya tenía seis años, decidieron hacer un viaje especial: iban a ir a África para conocer la fauna salvaje y hacer safaris fotográficos. Era un sueño que Saúl tenía desde niño, pero nunca había podido cumplirlo hasta ahora.

Todo parecía ir bien al principio: vieron elefantes gigantes caminando tranquilamente por la sabana, jirafas altísimas comiendo hojas de acacia y leones dormitando bajo el sol caliente. Pero entonces ocurrió algo inesperado: su jeep se quedó atascado en medio del camino polvoriento. - ¿Qué vamos a hacer ahora? - preguntó Carina, preocupada.

- Tranquila, voy a intentar arreglarlo - dijo Saúl, bajando del vehículo. Pero por más que intentó repararlo, no lo logró. Y encima empezaba a oscurecer y hacía frío en la noche africana.

- ¿Y si pasamos la noche aquí? - propuso Carina -, tenemos mantas y comida en el jeep. Luján estaba un poco asustada por la situación, pero sus padres le explicaron que no había nada de qué preocuparse.

Encendieron una fogata y se acurrucaron juntos bajo las mantas, contándose historias divertidas para pasar el tiempo. A la mañana siguiente llegó un equipo de rescate que los sacó de allí sanos y salvos.

Fue una experiencia inolvidable para ellos: habían superado un obstáculo juntos y habían aprendido que siempre podían contar el uno con el otro en cualquier situación. Así fue como Luján creció rodeada de aventuras y amor, aprendiendo a valorar las distintas culturas y lugares del mundo.

Un día decidió estudiar turismo para seguir explorando nuevos horizontes junto a su familia. Y así comenzó otra nueva etapa llena de desafíos y sueños por cumplir.

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