Viaje a la Luna con Carla y Luis
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Lunar, dos amigos muy especiales: Carla y Luis. Ambos tenían 4 años y compartían un sueño maravilloso: volar a la luna juntos.
Un día, mientras jugaban en el patio de la casa de Carla, miraron al cielo y vieron brillar la luna llena. Carla dijo emocionada:- ¡Luis, imagínate si pudiéramos ir hasta ahí arriba! Sería genial.
Luis asintió con entusiasmo:- ¡Sí, sería increíble! ¿Y si construimos un cohete para viajar a la luna? Carla sonrió de oreja a oreja:- ¡Esa es una idea fantástica! Sin perder tiempo, los dos amigos comenzaron a recolectar cajas de cartón, tubos de papel higiénico y tapas de botellas para construir su propio cohete espacial.
Se pusieron manos a la obra con alegría y creatividad, pintando el cohete de colores brillantes y agregando luces parpadeantes.
Una vez terminado el cohete, Carla y Luis se sentaron dentro y cerraron los ojos con fuerza mientras imaginaban despegar hacia la luna. De repente, el cohete empezó a moverse lentamente. - ¡Estamos despegando! -exclamó Luis emocionado. El cohete temblaba y hacía ruidos extraños mientras subía cada vez más alto.
Los amigos se miraron con nerviosismo pero también con valentía. - ¡Vamos juntos hasta la luna! -dijo Carla decidida. Finalmente, el cohete salió disparado hacia el espacio exterior. Flotaban entre las estrellas, sintiendo una mezcla de emoción y miedo.
Sin embargo, su amistad les daba fuerzas para seguir adelante. De repente, vieron aparecer frente a ellos una nave espacial tripulada por extraterrestres amigables que les hicieron señas para que los siguieran.
- ¡Hola amigos terrícolas! ¿Quieren venir con nosotros a visitar nuestra base lunar? -dijeron los extraterrestres con voz amable. Carla y Luis se miraron asombrados pero sintieron curiosidad por descubrir nuevos mundos junto a sus nuevos amigos alienígenas. - ¡Sí queremos ir! -respondieron al unísono.
La nave espacial los llevó hasta la base lunar donde vivieron aventuras increíbles: saltaron en gravedad cero, conocieron criaturas lunares simpáticas e incluso probaron helado de asteroide.
Después de un día inolvidable en la Luna, los extraterrestres llevaron a Carla y Luis de regreso a su hogar en Villa Lunar. Al bajar del cohete improvisado, se abrazaron felices por haber cumplido su sueño juntos. - ¡Gracias por esta gran aventura! Nunca olvidaremos nuestro viaje a la Luna -dijo Carla emocionada.
Luis asintió sonriente:- Sí, siempre recordaremos que cuando trabajamos juntos podemos lograr cosas maravillosas. Y así terminó esta historia mágica sobre dos pequeños grandes soñadores que demostraron que no hay límites cuando se tiene imaginación y amistad verdadera.
FIN.