Viaje al interior de Tomás
Había una vez en el cuerpo de un niño llamado Tomás, un grupo de amigos muy curiosos que se encontraban aburridos en su rincón del estómago. Estaban cansados de siempre estar ahí, sin hacer nada emocionante.
Un día, mientras jugaban a las escondidas entre los pliegues del estómago, escucharon un ruido extraño proveniente de la boca. Era Tomás comiendo una deliciosa hamburguesa con papas fritas. La comida olía tan bien que despertó la curiosidad de los amigos.
"¡Vamos a investigar!", exclamó Pedro, el valiente y aventurero líder del grupo. Todos asintieron emocionados y decidieron seguir la comida desde que entrara por la boca hasta que saliera por... bueno, ya lo descubrirían en el camino.
Así comenzó su increíble viaje por el sistema digestivo. Primero llegaron a la boca y quedaron maravillados con sus dientes afilados y su lengua ágil. - ¡Qué divertido sería deslizarnos por aquí! -dijo Ana, una amiga muy traviesa-.
Todos se miraron emocionados pero sabían que tenían que continuar. Entonces llegaron al esófago, un largo tubo musculoso por donde pasaba la comida hacia el estómago. - ¡Esto parece una montaña rusa! -exclamó Lucas mientras descendían rápidamente-.
Luego llegaron al estómago y quedaron sorprendidos al ver cómo los jugos gástricos ayudaban a descomponer los alimentos para convertirlos en nutrientes. Pero no podían detenerse allí, tenían que seguir el camino de la comida.
Así que continuaron su travesía y llegaron al páncreas, un órgano muy importante que ayudaba a digerir los alimentos. - ¡Aquí hay jugos mágicos! -exclamó María, mientras probaba uno con cuidado-.
Después de visitar el páncreas, llegaron al duodeno, donde los nutrientes se absorbían para ser llevados a todo el cuerpo. - ¡Esto es como una fábrica de energía! -dijo Pedro emocionado-. El siguiente destino era algo desconocido para ellos: el apéndice.
Nadie sabía realmente qué función tenía ese pequeño órgano en forma de tubo, pero decidieron explorarlo igualmente. - ¿Y esto? ¿Una sala secreta? -preguntó Tomás asombrado al encontrar un lugar oscuro y misterioso-. Continuando su aventura por el sistema digestivo, llegaron finalmente al intestino grueso y luego al intestino delgado.
Allí pudieron ver cómo los nutrientes eran absorbidos y cómo se formaban las heces antes de ser eliminadas del cuerpo.
Finalmente, después de recorrer todo el sistema digestivo y haber aprendido muchísimo sobre él, nuestros amigos decidieron regresar a su rincón en el estómago de Tomás. - Ha sido una aventura increíble y educativa -dijo Ana con entusiasmo-. Ahora comprendemos mejor cómo funciona nuestro cuerpo cuando comemos.
Todos estuvieron de acuerdo y prometieron contarle a otros niños sobre este fascinante viaje por el sistema digestivo. Desde aquel día, cada vez que Tomás comía algo, los amigos estaban allí para recordarle la importancia de una alimentación saludable y cómo su comida viajaba por todo su cuerpo.
Y así, gracias a aquel viaje fantástico, nuestros amigos aprendieron que el cuerpo humano es un lugar lleno de sorpresas y maravillas por descubrir.
A partir de ese día, cada bocado que Tomás daba se convertía en una oportunidad para aprender algo nuevo sobre sí mismo y cuidar su salud.
FIN.