Viaje Estelar
Había una vez un niño llamado Pablo que soñaba con explorar el espacio. Siempre miraba al cielo y se preguntaba qué habría más allá de las estrellas.
Un día, mientras observaba la luna desde su ventana, algo increíble sucedió. Pablo vio a otro niño sentado en la cima de la luna, contemplando la Tierra. Estaba maravillado y no podía creer lo que veían sus ojos.
Sin pensarlo dos veces, decidió construir una nave espacial para poder encontrarse con ese misterioso niño lunar. Con ayuda de su mejor amigo Lucas, quien era muy habilidoso con las herramientas, comenzaron a diseñar y construir una nave espacial en el garaje de la casa de Pablo.
Pasaron días y noches trabajando arduamente hasta que finalmente terminaron su obra maestra. El día del lanzamiento llegó y los dos amigos subieron a bordo de la nave espacial. Despegaron hacia el espacio infinito sin tener idea de lo que les esperaba.
Mientras volaban por el universo, se emocionaban pensando en conocer al niño lunar y descubrir todos los secretos que guardaban esos astros brillantes. Después de un largo viaje lleno de aventuras espaciales, finalmente llegaron a la luna.
Bajaron lentamente del cohete y caminaron cautelosamente hacia donde estaba el otro niño sentado. Cuando se acercaron lo suficiente, notaron que tenía una sonrisa radiante en su rostro. "¡Hola! Soy Martín", dijo el niño lunar amablemente.
"¡Hola! Soy Pablo y él es mi mejor amigo, Lucas. ¿Cómo llegaste hasta aquí?", preguntó Pablo asombrado.
Martín les explicó que había construido su propia nave espacial y había viajado desde la Tierra hasta la luna para explorar el espacio y descubrir nuevos mundos. Los tres comenzaron a conversar sobre sus sueños y deseos de conocer otras galaxias y planetas. "¿Sabían que en Saturno hay anillos gigantes?", exclamó Martín emocionado.
"¡Eso es increíble! Me encantaría ir allí algún día", dijo Lucas con entusiasmo. Los tres niños se dieron cuenta de que compartían la misma pasión por el espacio.
Decidieron formar un equipo y explorar juntos todos los rincones del universo, llevando consigo el amor por la ciencia y la curiosidad por lo desconocido. A partir de ese momento, Pablo, Lucas y Martín se convirtieron en los mejores amigos del cosmos. Viajaron a través de las estrellas, visitaron planetas lejanos e incluso hicieron contacto con seres extraterrestres amigables.
Cada vez que regresaban a casa después de una aventura espacial, compartían sus experiencias con otros niños para inspirarlos a soñar en grande y perseguir sus propias metas.
Juntos demostraron que no hay límites cuando se trata de alcanzar nuestros sueños más audaces. Y así, mientras los niños exploraban el universo desde su base lunar secreta, todos aprendieron una valiosa lección: siempre debemos seguir nuestras pasiones sin importar cuán lejos parezcan estar.
Porque si creemos en nosotros mismos y trabajamos duro, podemos hacer realidad cualquier sueño, incluso si eso significa viajar hasta la cima de la luna y más allá.
FIN.