Viaje Estelar


En un pequeño pueblo llamado Villa Estrella vivía Juan Diego, un niño campesino con grandes sueños. Desde muy chico, Juan Diego miraba las estrellas en la noche y soñaba con ser astronauta.

A pesar de que todos en el pueblo le decían que era imposible, él no se daba por vencido.

Juan Diego ayudaba a sus padres en el campo, cuidando las ovejas y arreando vacas, pero siempre encontraba tiempo para estudiar y leer todo lo que podía sobre el espacio. Sabía que tenía que esforzarse el doble que los demás niños de la ciudad si quería lograr su sueño.

Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Juan Diego encontró una vieja nave espacial abandonada. Se acercó curioso y descubrió a un simpático robot dentro de ella. El robot se presentó como Robi y le dijo a Juan Diego que estaba allí para ayudarlo a cumplir su sueño de llegar al espacio.

Desde ese día, Robi se convirtió en el mejor amigo de Juan Diego. Le enseñaba matemáticas avanzadas, física espacial y todo lo necesario para ser un buen astronauta.

Juntos construyeron un simulador de vuelo espacial en el granero del campo de Juan Diego. Los años pasaron y Juan Diego se convirtió en un adolescente dedicado y brillante.

Gracias al apoyo de Robi y a su propio esfuerzo, logró una beca para estudiar en la prestigiosa Academia Espacial Nacional. Todos en Villa Estrella estaban orgullosos de él. En la academia, Juan Diego destacó por su inteligencia y determinación. Se graduó con honores y finalmente llegó el día en que partiría hacia su primera misión espacial.

Antes de subir a la nave, recibió una transmisión especial: era Robi deseándole buena suerte y recordándole lo lejos que habían llegado juntos. "Gracias por creer en mí desde el principio", dijo emocionado Juan Diego.

"Siempre supe que llegarías lejos", respondió Robi con voz metálica pero cálida. La misión fue todo un éxito y Juan Diego se convirtió en uno de los astronautas más respetados del país.

Viajó por toda la galaxia explorando nuevos planetas e inspirando a niños de todas partes a seguir sus sueños.

Y así, gracias a su esfuerzo, perseverancia y la ayuda inesperada de un amigable robot espacial, Juan Diego demostró que no importa cuán grande sea tu sueño: ¡si trabajas duro por él, puedes alcanzar las estrellas!

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