Viaje por los Cielos
Había una vez un niño llamado Santiago que vivía en un pequeño pueblo. Desde que era muy chico, soñaba con volar en un avión y conocer lugares lejanos. Su habitación estaba cubierta de dibujos de aviones, y tenía una inmensa colección de juguetes que representaban distintos tipos de aeronaves.
Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con un señor mayor que miraba al cielo con nostalgia. Santiago no dudó en acercarse a él.
"¿Qué está mirando, abuelo?" preguntó curioso.
"Estoy observando los aviones que vuelan. Cada uno tiene una historia, y me gusta imaginar a dónde van".
"Yo quiero ser piloto y volar por los cielos. ¿Cómo puedo hacerlo?"
"Eso es un gran sueño, niño. Primero, debes aprender. La aviación requiere mucho estudio y dedicación".
Motivado por las palabras del abuelo, Santiago decidió que debía informarse más sobre el tema. Comenzó a leer libros sobre la historia de la aviación, las diferentes técnicas de vuelo y los tipos de aviones. Cada día, dedicaba un rato a practicar dibujar sus aviones y crear nuevos diseños.
Un día, buscando más información en la biblioteca, encontró un cartel que anunciaba una competencia de modelos de aviones de papel. El premio era una visita a un club de vuelo local y una clase de pilotaje.
"¡Esto es perfecto!" exclamó Santiago, sintiendo que su oportunidad había llegado.
Pasó horas trabajando en su modelo, decorándolo con colores llamativos y asegurándose de que volara lo más lejos posible. El día de la competencia llegó, y el parque estaba lleno de chicos que, como él, ansiaban mostrar sus creaciones.
Cuando llegó su turno, tomó aire y lanzó su avión al viento. Con mucha alegría, vio cómo su modelo volaba más lejos que cualquiera. Todos aplaudieron y el jurado lo eligió como el ganador.
"¡Felicidades, Santiago! Has ganado la oportunidad de volar" dijo la organizadora de la competencia.
Eufórico, se preparó para su visita al club de vuelo. Allí conoció a varios pilotos que compartieron sus historias y le enseñaron sobre las alas, la velocidad y las nubes. Cuando llegó el momento de volar, Santiago sintió mariposas en el estómago.
"¿Estás listo?" le preguntó el instructor.
"¡Sí! Siempre he soñado con esto" respondió, mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
El avión despegó y, al alzarse, Santiago abrió los ojos de par en par. Desde las alturas, el mundo se veía diferente, todo era tan pequeño y hermoso.
"¡Esto es increíble!" gritó emocionado.
"Así es, y recuerda: lo que has soñado se puede lograr si trabajas por ello" contestó el instructor.
Al aterrizar, Santiago estaba lleno de felicidad. Sediento de conocimiento, empezó a asistir a clases de aviación cada semana, comprometido con su sueño. Con el tiempo y esfuerzo, se convirtió en piloto profesional.
Años más tarde, cuando volaba por los cielos de varios países, recordó aquellos días de su niñez y experimentó una profunda gratitud hacia el abuelo que le inspiró y a todos los que lo apoyaron en su camino.
Y así, Santiago voló muy lejos, cumpliendo su sueño y llevando consigo el mensaje de que con pasión y perseverancia, cualquier deseo puede hacerse realidad.
FIN.