Viajeros del Tiempo
Había una vez, en un futuro no tan lejano, dos amigos llamados Pablo y Mariana. Ellos eran viajeros del tiempo y habían llegado al pasado con una misión muy importante: salvar el medio ambiente y los animales para cambiar el futuro devastador que les esperaba.
Una mañana, mientras recorrían el parque de su ciudad, se dieron cuenta de que había mucha basura tirada y que los árboles habían perdido su brillo.
"Mirá, Mariana, ¡esto no puede seguir así!" dijo Pablo, señalando el papel y las botellas de plástico que cubrían el suelo.
"Tenés razón, Pablo. ¡Si seguimos así, el futuro será horrible!" respondió Mariana, preocupada.
Decididos a cambiar las cosas, Pablo y Mariana sacaron de su mochila unos dispositivos especiales que les permitirían comunicarse con los niños que jugaban en el parque. Con solo presionar un botón, los niños comenzaron a escuchar su voz.
"¡Hola, chicos!" exclamaron al unísono. "¡Somos Pablo y Mariana, viajeros del tiempo! Venimos a hablarles sobre lo que puede pasar si no cuidamos nuestro planeta."
Los niños miraron con curiosidad y se acercaron.
"¿De verdad vienen del futuro?" preguntó una niña llamada Sofía, con los ojos abiertos de par en par.
"Sí, y en nuestra época, el aire es muy sucio y los animales han desaparecido. ¡Si no cambiamos nuestras acciones, eso les puede pasar a ustedes también!" explicó Mariana, señalando una imagen en su dispositivo que mostraba un mundo gris y triste.
Los niños se sorprendieron y comenzaron a hablar entre ellos.
"Pero, ¿qué podemos hacer?" preguntó un niño llamado Tomás.
"Podemos comenzar hoy mismo!" respondió Pablo emocionado. "Recogeremos la basura y plantaremos árboles. ¡Y también debemos recordar a nuestros padres que es importante cuidar de nuestros animales!"
Y así, Pablo, Mariana y los niños se pusieron manos a la obra. Recolectaron toda la basura del parque y organizaron una siembra de árboles. Cada niño llevó una planta y con mucha ilusión las colocaron en la tierra.
Mientras plantaban, un gato negro se acercó a ver qué sucedía.
"Mirá, un gato!" gritó Sofía.
"¡Debemos asegurarnos de que siempre tengan un hogar!" dijo Mariana.
"Sí, los animales también son parte de nuestro planeta!" agregó Pablo.
Cuando terminaron, el parque se veía hermoso. Había más plantas que antes, y los niños estaban cansados, pero felices.
"Gracias, Pablo y Mariana. Hoy aprendimos que cada pequeño gesto cuenta para cuidar nuestra Tierra" dijo Tomás.
"¡Exactamente! Y recordá que no solo es responsabilidad de los adultos, todos podemos hacer algo!" sonrió Mariana.
Antes de marcharse, Pablo y Mariana se despidieron de los niños.
"Recuerden, ustedes son los héroes de su futuro. Cuídense entre ustedes y cuiden nuestro planeta. ¡Hasta la próxima!" gritaron mientras se activaba su dispositivo de viaje en el tiempo.
Volvieron a su época, llenos de esperanza. Sabían que, gracias a su pequeña intervención, el futuro del planeta podía cambiar. Y así, se convirtió en una misión en la cual seguirían trabajando para que el amor hacia la Tierra se volviera un legado en sus corazones.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.