Vicki Victor y el Gato Rosado



En un pequeño pueblo llamado Colorín, donde los días eran soleados y las casas estaban pintadas de colores vibrantes, vivía una curiosa niña llamada Vicki Victor. A Vicki le encantaba explorar y conocer cosas nuevas, y cada tarde salía a pasear por el pueblo con su fiel compañerito, un pequeño perro llamado Tito.

Un día, mientras exploraban un parque lleno de flores multicolores, Vicki escuchó un suave maullido que provenía de detrás de un arbusto. Intrigada, acercó su cara al arbusto y, para su sorpresa, encontró un GATO ROSADO que la miraba fijamente.

- ¡Hola, pequeño amigo! - dijo Vicki emocionada. - ¿Por qué eres de color rosa?

- ¡Hola! - respondió el gato con voz melodiosa. - Soy Rosy, el gato rosado. En mi mundo, los gatos son de muchos colores, pero yo elegí ser rosa porque creo que el rosa es el color de la amistad.

- ¡Qué lindo! ¡Me encanta! - exclamó Vicki. - Ojalá pudiera llevarte a casa.

- Pero no puedo ir contigo, Vicki - dijo Rosy, agachando la cabeza. - Soy el guardián de este parque. Sin mí, las flores se marchitarían y los pájaros no tendrían dónde jugar.

Vicki se sintió un poco triste. A pesar de que quería tener a Rosy como amigo, entendía que tenía un deber importante. - Pero, ¿qué puedo hacer para ayudarte? - preguntó.

Rosy se iluminó. - ¡Podrías ayudarme a cuidar del parque! Si tú me ayudas, podríamos asegurarnos de que siempre esté hermoso.

- ¡Claro! - respondió Vicki animada. - Tito y yo haremos todo lo posible.

Durante las siguientes semanas, Vicki y Tito regresaron al parque todos los días. Regaban las plantas, recogían basura y plantaban nuevas flores. Rosy siempre estaba cerca, guiándolos y contándoles historias sobre los animales que vivían en el parque. Pero un día, Vicki se dio cuenta de que las flores empezaban a marchitarse nuevamente.

- Rosy, ¿qué está pasando? ¡No entiendo! - preguntó Vicki, preocupada.

- A veces, las plantas se marchitan porque necesitan más amor y cuidado. No es sólo agua y sol, también necesitan que las visitemos con alegría - explicó Rosy.

Vicki pensó en ello y decidió hacer algo diferente. - ¡Tito, haremos una fiesta en el parque! Invitemos a todos los niños del pueblo. Así vendrán a jugar y llenarán el lugar de risas.

La idea de Vicki fue un gran éxito. La tarde de la fiesta, crecieron risas en cada rincón. Los niños jugaron, decoraron el parque con globos y tiñeron el aire de alegría. Rosy se sintió feliz viendo cómo el amor y la diversión llenaban el parque.

- ¡Mirá, Rosy! - gritó Vicki mientras giraba con Tito. - Las flores están sonriendo.

Y era verdad. Las flores comenzaron a florecer aún más, como si también ellas se unieran a la celebración. Todos los niños se hicieron amigos de Rosy, y el parque se llenó de vida y color.

Al final del día, Rosy se acercó a Vicki. - Gracias, amiga. Has demostrado que, a veces, para hacer florecer algo, solo hace falta compartir alegría y cariño.

- Siempre estaré aquí para ayudarte, Rosy - le aseguró Vicki.

Desde aquel día, el parque se convirtió en un lugar mágico donde todos podían jugar, aprender y compartir momentos. Vicki, Tito y Rosy se volvieron inseparables, y juntos descubrieron que el amor por la amistad podía hacer florecer cualquier lugar.

Así, Vicki Victor y el Gato Rosado enseñaron a Colorín que cuidar de la naturaleza y celebrar la amistad son las claves para vivir en un mundo lleno de colores.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Pero la historia de Vicki y Rosy sigue siendo contada en Colorín, donde las flores siempre florecen gracias a la alegría de sus habitantes.

FIN.

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