Víctor y el dragón compasivo


En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza vivía un valiente niño llamado Víctor. A pesar de su corta edad, Víctor era conocido por su gran corazón y su espíritu indomable.

Pero en las afueras del pueblo, acechaba una terrible amenaza: el temible dragón, una bestia enorme con escamas negras como la noche y ojos que lanzaban llamas. Un día, el dragón decidió atacar Villa Esperanza y sembrar el caos entre sus habitantes.

El alcalde convocó a todos los valientes del pueblo para idear un plan y derrotar a la bestia. Entre ellos se encontraba Víctor, quien no dudó en ofrecerse como voluntario para enfrentarse al temible dragón.

Con valentía en el corazón y una determinación inquebrantable, Víctor se adentró en el bosque donde se escondía la criatura. Tras horas de búsqueda, finalmente se encontró cara a cara con el temible dragón. La bestia rugió con furia mientras las llamas brotaban de sus fauces.

"¡Víctor, corre! ¡No puedes vencerme!" -gritó el dragón con voz atronadora. Pero Víctor no retrocedió.

Recordando todas las historias de héroes valientes que había escuchado, sacó fuerzas de donde no sabía que las tenía y se preparó para la batalla. Con agilidad esquivaba las llamaradas del dragón mientras buscaba una forma de derrotarlo.

Después de un arduo combate lleno de giros inesperados, Víctor descubrió que el punto débil del dragón no era su fuerza descomunal ni su aliento ardiente, sino su cola. Con astucia y rapidez, logró envolverla con una cuerda que llevaba consigo y así inmovilizar al temible monstruo. "¡Has sido más astuto de lo que creía, pequeño humano!" -exclamó el dragón sorprendido.

Víctor miró a los ojos al monstruo y notó algo diferente en ellos: ya no brillaban con tanta ferocidad como antes. "No quiero hacerte daño", dijo Víctor con compasión en su voz. "Solo queremos vivir en paz en nuestro pueblo".

El dragón reflexionó por un momento antes de asentir lentamente con la cabeza.

Con un gesto amistoso hacia Víctor, liberando a todos los cautivos que tenía prisioneros cerca del bosque e hizo una promesa solemne: nunca más volvería a perturbar la tranquilidad de Villa Esperanza. Desde ese día, Víctor fue aclamado como héroe por todo el pueblo. Aprendieron juntos que incluso los seres más temibles pueden cambiar si les muestras bondad y comprensión.

Y así fue cómo un niño llamado Víctor enseñó a todos que la verdadera valentía radica en saber cuándo luchar y cuándo perdonar.

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