Víctor y las hamburguesas mágicas



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un conejito muy travieso llamado Víctor. A pesar de ser pequeño, era valiente y siempre estaba buscando aventuras emocionantes.

Un día, mientras paseaba por las calles de la ciudad, escuchó a unos pájaros hablar sobre el famoso Burger King que acababan de abrir en la esquina. Víctor se acercó sigilosamente para escuchar mejor lo que decían los pájaros.

"-Dicen que en ese Burger King hay hamburguesas tan deliciosas que te hacen volar hasta el cielo -comentaba uno de ellos. " El conejito no pudo resistir la tentación y decidió que debía probar esas hamburguesas por sí mismo.

Sin embargo, Víctor no tenía dinero para comprar una hamburguesa en el Burger King. Así que pensó y pensó hasta que se le ocurrió una idea poco convencional: ¡iba a atracar el lugar! Aunque sabía que no era lo correcto, su curiosidad y su hambre eran más fuertes.

Esa noche, con un antifaz improvisado y mucha determinación, Víctor se dirigió al Burger King. Al llegar, se coló por la puerta trasera y se encontró con el cocinero preparando las deliciosas hamburguesas.

"-¡Alto ahí! ¡Esto es un atraco!" -exclamó Víctor tratando de sonar amenazante. El cocinero, sorprendido por ver a un conejito tan diminuto intentando atracar su restaurante, soltó una carcajada. "-¿Un conejito queriendo atracar un Burger King? ¡Eso sí que es original!" -dijo entre risas.

Víctor se sintió avergonzado por su intento fallido y bajó la cabeza.

Pero en lugar de llamar a la policía o asustarlo, el amable cocinero le ofreció una solución inesperada: trabajar unas horas limpiando mesas a cambio de una deliciosa hamburguesa. El conejito aceptó sin dudarlo y se puso manos a la obra. Mientras limpiaba las mesas con entusiasmo, fue observando cómo funcionaba el restaurante y aprendiendo sobre el trabajo duro y honesto que implicaba mantenerlo abierto.

Al finalizar su tarea, el generoso cocinero le sirvió una jugosa hamburguesa con queso y papas fritas. Víctor probó cada bocado con gratitud y supo en ese momento que nunca más intentaría conseguir algo mediante acciones incorrectas.

Desde entonces, Víctor visitaba periódicamente el Burger King no como ladrón sino como cliente habitual.

Siempre recordaba aquella noche en la que aprendió una valiosa lección: nunca hay atajos ni excusas válidas cuando se trata de conseguir lo que deseamos; solo trabajo duro, honestidad y perseverancia nos llevarán al verdadero éxito.

FIN.

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