Victoria y el lobo del campo


Victoria era una niña curiosa a la que le encantaba pasear por el campo y recoger frutas para llevar a su casa. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un lobo hambriento que se le acercó con intenciones de comerla.

Victoria, aunque asustada, recordó las enseñanzas de sus padres sobre cómo actuar en situaciones de peligro. Decidió mantener la calma y enfrentar al astuto lobo. -¡Aléjate, lobo malvado! No voy a permitir que me hagas daño! -gritó Victoria con valentía.

El lobo, sorprendido por la determinación de la niña, se detuvo y comenzó a hablar con ella. -¿Por qué debería alejarme? El bosque es grande y hay espacio para todos. No necesito lastimarte para conseguir comida, señorita Victoria. Conversemos y busquemos una solución pacífica -dijo el lobo con amabilidad.

Victoria, recordando la importancia de tratar de entender a los demás, decidió escuchar al lobo. Descubrió que, en realidad, el lobo solo quería encontrar comida para su familia, ya que el bosque estaba escaso de presas debido a la deforestación.

Entonces, Victoria tuvo una idea. Propuso al lobo que ambos trabajaran juntos para plantar árboles frutales y así poder tener alimentos para todos. El lobo, impresionado por la astucia y la bondad de Victoria, aceptó la propuesta. Juntos, sembraron y cuidaron los árboles, y pronto, el bosque volvió a estar repleto de deliciosas frutas.

La valentía, la comprensión y la amabilidad de Victoria no solo salvaron su vida, sino que también cambiaron la del lobo y de todo el bosque. A partir de ese día, Victoria y el lobo se convirtieron en grandes amigos, demostrando que, con empatía y trabajo en equipo, cualquier problema puede resolverse de forma positiva.

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