Victoria y el Poder de la Amistad
Era un día soleado en el Colegio Nevermore, un lugar lleno de magia y misterios. Victoria Hernández era una joven simpática y curiosa que siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos. Sin embargo, había algo que la preocupaba: su compañera de clase, Laura, tenía la costumbre de hacer comentarios desagradables sobre los demás. A veces, ella se convertía en la —"bully" de la escuela.
Una mañana, mientras Victoria caminaba por el pasillo rumbo a su clase de arte, escuchó a Laura burlándose de su compañera, Sofía.
"Mirá cómo se viste, parece que le sobran años en el medio del bosque" - dijo Laura, riéndose a carcajadas.
Victoria decidió que debía hacer algo. Así que esperó a que el timbre sonara y se acercó a Laura.
"Laura, ¿sabías que cada uno de nosotros tiene algo especial?" - le dijo con amabilidad.
"¿Qué querés decir?" - respondió Laura, con una actitud desafiante.
"Si mirás a Sofía, te darás cuenta de que su ropa representa su creatividad. Ella tiene un estilo único que la hace especial" - insistió Victoria, intentando abrir los ojos de su compañera.
Laura puso los ojos en blanco, pero Victoria no se rindió. Durante la siguiente semana, se acercó a Laura cada vez que podía, compartiendo su interés por el arte y la creatividad. Le enseñó sobre diferentes estilos de pintura y cómo cada artista tiene su propio sello personal.
Un día, Victoria llevó un lienzo a la escuela y se lo mostró a Laura.
"Mirá, estoy pintando un mural con todos los estilos que he aprendido. Sería genial si te sumás y hacés tu propia parte" - le propuso Victoria.
Laura, sorprendida por la invitación, miró el lienzo lleno de colores vibrantes.
"No sé, nunca he pintado algo así" - respondió dudando.
"¡No importa! Lo importante es que te diviertas. No hay reglas" - animó Victoria.
Laura se dejó llevar por la curiosidad y decidió participar. Juntas pasaron toda la semana creando el mural. Victoria le mostró diferentes técnicas y, para su sorpresa, Laura comenzó a disfrutar de la pintura.
"¡Mirá qué lindo está quedando!" - exclamó Laura un viernes por la tarde.
"¡Sí! Y cada vez que agregás algo, el mural se vuelve más único, así como cada uno de nosotros" - respondió Victoria, feliz por haber hecho una nueva amiga.
Con el tiempo, Laura cambió su comportamiento. Ya no soltaba comentarios hirientes y, en cambio, comenzó a motivar a sus compañeros a abrazar sus diferentes estilos, tal como había aprendido de Victoria. La amistad que creció entre ellas ayudó a Laura a comprender que siempre era mejor apoyar a los demás que criticar.
Un día, la maestra propuso que todos los estudiantes expresaran su estilo personal a través del arte y la creatividad. Laura y Victoria decidieron que eran el momento perfecto para presentar su mural.
Cuando la producción estuvo terminada, el mural fue expuesto en la feria de la escuela y todos quedaron maravillados.
"¿Por qué no hacemos algo así cada año?" - propuso otro compañero.
Laura sonrió, y miró a Victoria con gratitud.
"Me di cuenta de que ser amable es crear belleza, y no solo en el arte, sino en la vida misma" - dijo Laura.
Victoria sonrió, sintiendo que su intención de crear una amistad había dado frutos.
Desde aquel día, el Colegio Nevermore se convirtió en un lugar más acogedor, donde cada uno podía ser su verdadero yo.
Así, Victoria y Laura demostraron que la amistad, la creatividad y el respeto no solo rompen muros, sino que también pueden construir un mundo más armonioso.
FIN.