Violeta estaba muy emocionada, hoy era el día en que iría al parque con su mamá.
Ellas se levantaron temprano y prepararon una canasta con deliciosos sándwiches, frutas y jugos para pasar todo el día al aire libre.
Al llegar al parque, Violeta corrió hacia el gran tobogán y su mamá la siguió de cerca.
- ¡Mamá, mira lo alto que es este tobogán, quiero subir y bajar mil veces!
- exclamó Violeta emocionada.
Su mamá sonrió y la animó a divertirse.
Después de disfrutar del tobogán, decidieron explorar el bosquecito que había en el parque.
De repente, Violeta vio un hermoso pajarito posado en una rama.
- Mamá, ¡mira qué lindo pájaro!
¿Puedo acercarme para verlo de cerca?
- preguntó curiosa.
Su mamá asintió y juntas se acercaron al pajarito, que cantaba alegremente.
Después de observarlo por un rato, decidieron seguir su aventura.
Encontraron un rincón con columpios y se divirtieron balanceándose y riendo juntas.
Mientras descansaban, su mamá le explicó la importancia de cuidar la naturaleza y respetar a los animales.
- Mamá, ¿podemos plantar un árbol en nuestro jardín como hacemos en el parque?
Sería genial cuidar de un árbol y verlo crecer - pidió Violeta con entusiasmo.
Su mamá le prometió que lo harían y juntas planearon cómo cuidarían el árbol.
Al final del día, con el sol poniéndose en el horizonte, Violeta y su mamá regresaron a casa con el corazón lleno de recuerdos felices.
Aquel día, Violeta no solo disfrutó del parque, sino que también aprendió sobre el cuidado de la naturaleza y la importancia de vivir en armonía con el mundo que nos rodea.