Violeta y Hannah, dos amigas valientes



Violeta y Hannah eran dos amigas inseparables. Siempre estaban juntas, compartiendo risas y aventuras. Un día, mientras paseaban por el vecindario, vieron un edificio antiguo que les llamó la atención. "¡Mira ese hospital abandonado!", exclamó Violeta emocionada.

Hannah miró con curiosidad y dijo: "¿Crees que deberíamos entrar?"Violeta asintió emocionada: "¡Claro! Será una gran aventura". Sin pensarlo dos veces, las dos amigas cruzaron el umbral del viejo hospital.

El lugar estaba oscuro y polvoriento, lleno de recuerdos olvidados. A pesar de eso, su valentía les hizo sentir intrépidas. Exploraron las diferentes salas del hospital, maravilladas por los equipos médicos antiguos y las camillas oxidadas.

Pero a medida que avanzaban más adentro del edificio, comenzaron a escuchar ruidos extraños. "¿Escuchaste eso?", susurró Hannah nerviosa. Violeta trató de mantener la calma: "Seguro son solo ratones o el viento soplando entre las ventanas rotas". Pero entonces, una puerta se cerró de golpe detrás de ellas.

Ambas amigas se miraron con temor en los ojos. "Hannah... ¿crees que estamos solas aquí?", preguntó Violeta con voz temblorosa. Antes de que Hannah pudiera responder, escucharon pasos acercándose hacia ellas.

Lentamente se dieron cuenta de que no estaban solas en aquel lugar abandonado. "-¡Hola! ¿Hay alguien ahí?", gritó Violeta con voz temblorosa. Un hombre mayor salió de una habitación cercana, con una mirada triste en su rostro.

Se presentó como Don Gregorio, el antiguo director del hospital. "-Lo siento mucho por asustarlas. Pensé que este lugar estaba completamente desierto", dijo Don Gregorio con un tono apesadumbrado. Violeta y Hannah se acercaron tímidamente a él, intrigadas por su historia.

Don Gregorio les contó que el hospital solía estar lleno de pacientes enfermos y heridos. Trabajaba duro para asegurarse de que recibieran la mejor atención posible.

Pero cuando el hospital cerró debido a la falta de fondos, muchas personas quedaron desamparadas sin atención médica adecuada. "-Me duele ver cómo este lugar ha sido abandonado y olvidado", suspiró Don Gregorio. "Pero ustedes pueden ayudar". Las dos amigas se miraron confundidas pero interesadas al mismo tiempo. "-¿Cómo podemos ayudar? Somos solo niñas", preguntó Hannah.

Don Gregorio sonrió: "-A veces, incluso las acciones más pequeñas pueden marcar una gran diferencia. Podrían comenzar recaudando fondos para mejorar los hospitales cercanos o visitando a personas mayores en hogares de ancianos".

Las palabras de Don Gregorio tocaron el corazón de Violeta y Hannah. Desde ese día, decidieron trabajar juntas para hacer del mundo un lugar mejor.

Organizaron eventos benéficos en su vecindario e hicieron visitas regulares a los hogares de ancianos para llevar alegría a los residentes. Con cada acto solidario, las dos amigas aprendieron el valor de la amistad y la importancia de ayudar a los demás. A medida que crecían, se convirtieron en líderes inspiradores en su comunidad.

El hospital abandonado dejó de ser un lugar oscuro y tenebroso para convertirse en una fuente de inspiración. Violeta y Hannah descubrieron que incluso las peores decisiones pueden llevarnos por caminos inesperados, llenos de oportunidades para hacer el bien.

Y así, con valentía y generosidad, Violeta y Hannah demostraron al mundo que no importa cuán pequeños seamos, todos tenemos el poder de marcar una gran diferencia cuando trabajamos juntos.

FIN.

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