Violeta y la verdad científica



Violeta era una niña muy supersticiosa. Desde que se despertaba hasta que se iba a dormir, siempre estaba preocupada por evitar cualquier cosa que pudiera traer mala suerte.

No caminaba debajo de las escaleras, no abría sombrillas dentro de la casa y evitaba cruzarse con gatos negros. Un día, Violeta decidió salir a pasear por el parque con su mejor amigo Tomás. Mientras caminaban por el sendero, vieron un espejo roto en el suelo.

Violeta sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al recordar la superstición de siete años de mala suerte si uno rompía un espejo. "Tomás, tenemos que alejarnos rápido del espejo roto", dijo Violeta nerviosamente.

"¿Por qué? Es solo un espejo roto", respondió Tomás confundido. "No lo entiendes, ¡esto trae mala suerte! Si nos quedamos aquí algo malo podría pasar", explicó Violeta asustada. Pero Tomás no le hizo caso y siguió caminando hacia el espejo roto para examinarlo más de cerca.

En ese momento, una rama se desprendió de un árbol cercano y cayó sobre ellos. Afortunadamente, ninguno resultó herido pero ambos estaban muy asustados.

Violeta estaba en shock al darse cuenta de que la superstición se había cumplido: algo malo había pasado después de romper un espejo. Durante los días siguientes, comenzaron a pasar cosas extrañas: tropezones inesperados, objetos caídos y situaciones incómodas. "Esto es todo mi culpa, Tomás.

Si no hubiera sido tan supersticiosa, nada de esto habría pasado", dijo Violeta con lágrimas en los ojos. "No te preocupes, Violeta. Las supersticiones son solo creencias sin fundamento científico. No tienen ningún poder real sobre nosotros", respondió Tomás tratando de reconfortarla.

Tomás decidió que era hora de ayudar a su amiga a superar sus miedos irracionales y comenzó a enseñarle hechos científicos y explicaciones lógicas detrás de las cosas que solían atemorizarla.

Aprendieron juntos que caminar debajo de una escalera no trae mala suerte sino que simplemente es peligroso por la posibilidad de caída de objetos desde arriba. Con el tiempo, Violeta comenzó a sentirse más segura y confiada al dejar atrás sus supersticiones.

Ya no temía abrir sombrillas dentro del hogar ni cruzarse con gatos negros en la calle. Se sentía libre para vivir sin el peso constante del miedo irracional. La experiencia le enseñó que las supersticiones son solo eso: creencias infundadas que pueden limitarnos y causarnos ansiedad innecesaria.

Pero cuando comprendemos la ciencia detrás de lo que nos rodea, podemos liberarnos del miedo y enfrentar cualquier situación con confianza y seguridad en nosotros mismos.

FIN.

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