Violetita y la Magia del Ser
Había una vez, en un lejano planeta llamado Pastelandia, un grupo de extraterrestres rosas pastel que vivían felices y contentos. Eran seres adorables, con grandes ojos brillantes y cuerpos esponjosos.
Siempre se divertían juntos, jugando y explorando su colorido mundo. Un día, mientras paseaban por el campo de algodón de azúcar, se encontraron con un extraterrestre diferente a ellos. Era violeta pastel, con ojos brillantes como estrellas y una sonrisa tímida en su rostro.
Los extraterrestres rosas pastel se sorprendieron al verlo y no sabían cómo reaccionar ante tanta diversidad. "¡Hola! Soy Rosito", dijo uno de los extraterrestres rosas pastel acercándose al nuevo amigo. "Y yo soy Violetita", respondió el extraterrestre violeta pastel con timidez.
Los extraterrestres rosas pastel comenzaron a hacerle preguntas a Violetita sobre su color y cómo era posible que fuera diferente a ellos.
Pero en lugar de sentirse curiosos e interesados por la diversidad, empezaron a excluirla y a burlarse de ella por ser distinta. Violetita se sintió muy triste al ser rechazada por sus nuevos compañeros. No entendía por qué no podía ser aceptada tal como era.
Decidió entonces hacer algo para poder encajar en el grupo: compró pintura rosa pastel para pintarse el cuerpo e intentar parecerse más a los demás. Al principio, los otros extraterrestres creyeron que Violetita había cambiado y la aceptaron en su grupo.
Todos jugaban juntos y se divertían, pero Violetita empezó a sentirse incómoda con su nueva apariencia falsa. Sabía que no era ella misma y sentía que estaba engañando a sus amigos.
Un día, mientras jugaban en el río de dulce de leche, la pintura rosa pastel comenzó a salirse del cuerpo de Violetita. Los otros extraterrestres se dieron cuenta de que algo extraño estaba pasando y se acercaron preocupados. "Violetita, ¿qué te está pasando?", preguntó Rosito con angustia. "Lo siento mucho", respondió Violetita entre lágrimas.
"Quería ser como ustedes para ser aceptada, pero me di cuenta de que eso no es lo correcto". Los extraterrestres rosas pastel comprendieron entonces que habían cometido un error al excluir a Violetita por ser diferente.
Se dieron cuenta de que la diversidad era algo hermoso y valioso, y decidieron disculparse sinceramente con su amiga violeta. "Lo siento muchísimo, Violetita", dijo Rosito arrepentido. "Nos equivocamos al rechazarte por ser diferente.
Eres especial tal como eres y te aceptamos con todo nuestro corazón". "¡Es cierto!", exclamaron los demás extraterrestres rosas pastel al unísono. A partir de ese momento, los extraterrestres rosas pastel abrazaron la diversidad y aprendieron a valorar las diferencias entre ellos mismos y los demás.
Juntos jugaron en armonía, respetándose mutuamente sin importar el color o la apariencia. Violetita también aprendió una valiosa lección: ser uno mismo es lo más importante.
No hay necesidad de cambiar para encajar, porque siempre habrá personas que nos acepten tal como somos. Y así, los extraterrestres rosas pastel y Violetita vivieron felices en Pastelandia, disfrutando de la diversidad y recordando siempre que cada color tiene su propia belleza.
FIN.