Violetita y sus amigos del jardín



Había una vez en un hermoso jardín, una violeta llamada Violetita. Era la más bonita de todas las flores y su fragancia era tan dulce que todos los animales del lugar se acercaban para disfrutar de su aroma.

Un día, Violetita decidió emprender un viaje por el jardín para conocer a nuevas amistades. En su camino, se encontró con Frutito, un simpático durazno que brillaba bajo los rayos del sol.

"¡Hola, soy Violetita! ¿Y tú quién eres?", preguntó la violeta con entusiasmo. "¡Mucho gusto, yo soy Frutito! ¿Quieres ser mi amiga?", respondió alegremente el durazno. Violetita y Frutito se hicieron amigos al instante y juntos exploraron cada rincón del jardín.

Descubrieron árboles frutales repletos de manzanas, peras y naranjas; también conocieron a Rosita, una rosa roja muy coqueta que les enseñó sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y respetar a todas las criaturas vivientes.

Un día, mientras jugaban en el prado soleado, una sombra oscura cubrió el cielo y empezó a llover sin cesar. Violetita se preocupó por sus amigos frutales que no resistían la lluvia torrencial. "¡Oh no! ¡Mis amigos están en peligro!", exclamó angustiada la violeta.

En ese momento, apareció Solcito, un rayo de sol amable y cálido que iluminaba incluso en los días más grises. Con su luz brillante dispersó las nubes y secó la tierra mojada.

Gracias al amoroso gesto de Solcito, Frutito y los demás frutos pudieron recuperarse y seguir creciendo sanos y felices. "¡Gracias por salvarnos!", expresaron los frutos emocionados hacia Solcito.

Violetita comprendió entonces que siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos cuando más lo necesitamos si abrimos nuestro corazón al amor y la solidaridad. Desde ese día, ella junto a sus amigos decidieron trabajar juntos para mantener vivo el espíritu de cooperación y amistad en todo el jardín.

Y así fue como Violetita descubrió que con amor e involucrándose activamente en su comunidad podía lograr grandes cosas junto a sus entrañables amigos Frutito, Rosita y Solcito. Juntos sembraron semillas de bondad y cosecharon frutos de alegría para compartir con todos aquellos que cruzaran su camino.

Y colorín colorado este cuento ha terminado pero esperamos haber dejado algo bueno plantando dentro tuyo...

FIN.

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