Viriato y la máquina del tiempo perdida
Viriato, el valiente guerrero lusitano, se encontró de repente en un lugar desconocido. Miró a su alrededor y vio niños corriendo de un lado a otro, maestros dando clases y un edificio lleno de tecnología que nunca había visto.
Estaba desconcertado y asustado, porque no sabía dónde estaba su valiosa máquina del tiempo. Había estado viajando por la historia de Extremadura y de repente se encontró en un lugar desconocido.
-¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi máquina del tiempo? -se preguntaba a sí mismo, mientras trataba de buscar pistas. Los niños se acercaron curiosos a él, intrigados por su extraña vestimenta y su apariencia de guerrero antiguo. -¡Eh, mira ese traje! ¿Eres un personaje de película? -dijo un niño con asombro.
-No, soy Viriato, un guerrero lusitano del siglo II a.C. Y necesito encontrar mi máquina del tiempo para regresar a mi época -respondió Viriato con determinación. Los niños se miraron entre ellos, sin comprender del todo lo que decía.
Entonces, una niña llamada Martina se acercó a Viriato con curiosidad. -¿Máquina del tiempo? Eso suena genial, ¿cómo funciona? -preguntó Martina, con los ojos brillantes de emoción.
Viriato explicó cómo su máquina del tiempo le permitía viajar a través de diferentes épocas históricas, incluyendo la antigua Extremadura. Los niños se emocionaron al escuchar sus aventuras y decidieron ayudarlo a encontrar su máquina del tiempo. Juntos, buscaron por todo el colegio, siguiendo pistas y preguntando a los profesores y conserjes.
Finalmente, encontraron la máquina del tiempo en el gimnasio del colegio, donde había sido confundida con una escultura moderna. Viriato, emocionado, agradeció a los niños por su valiosa ayuda.
Antes de partir, les prometió llevarlos en un viaje especial a la historia de Extremadura, para que pudieran aprender más sobre su tierra. Los niños se despidieron con alegría, ansiosos por la próxima aventura.
Y así, Viriato partió de regreso a su época, agradecido por la amabilidad y la valentía de los niños del siglo XXI.
FIN.