Vito y su tren de sueños



En una soleada mañana en Buenos Aires, el pequeño Vito se despertó emocionado porque era su cumpleaños. Corrió hacia la sala donde lo esperaban sus padres con una gran sorpresa.

"¡Feliz cumpleaños, Vito!", exclamaron sus padres mientras le entregaban un regalo envuelto con papel brillante y un lazo rojo. Vito, con los ojos brillantes de emoción, desenvolvió el regalo y descubrió un avión a control remoto gigante que siempre había deseado tener.

"¡Wow! ¡Es perfecto! ¡Gracias mamá y papá!", gritó Vito emocionado mientras abrazaba a sus padres. Sin embargo, cuando intentaron encender el avión para jugar con él, descubrieron que no funcionaba.

Vito se sintió desilusionado y triste al ver que su juguete soñado no podía volar. Sus padres intentaron consolarlo explicándole que lo llevarían a la juguetería para cambiarlo por otro juguete. Con el corazón apesadumbrado, Vito subió al auto rumbo a la juguetería en el centro de la ciudad.

Al llegar allí, Vito corrió directamente hacia la sección de aviones a control remoto. Sin embargo, justo cuando estaba por elegir uno nuevo para llevarse a casa, escuchó una conversación entre dos niños que llamó su atención.

"¡Mira este tren eléctrico! Es increíble", dijo un niño señalando un set de trenes en miniatura. "Sí, es genial. ¿Te imaginas construir tu propia ciudad alrededor de las vías del tren? Sería asombroso", respondió el otro niño emocionado.

Vito se acercó lentamente y observó detenidamente el set de trenes. De repente, recordó cuánto le gustaba construir cosas con bloques y crear mundos imaginarios con sus figuras de acción.

Se dio cuenta de que tal vez ese tren eléctrico podría brindarle muchas horas de diversión creativa. Entonces tomó una decisión inesperada: decidió cambiar su avión a control remoto por el set de trenes. Sus padres lo miraron sorprendidos pero complacidos por la elección reflexiva de Vito.

Cuando llegaron a casa, Vito abrió emocionado la caja del tren eléctrico y comenzó a armar las vías siguiendo las instrucciones. Pronto tenía todo un circuito montado en su habitación y empezaba a imaginar historias sobre los pasajeros del tren y las mercancías que transportaba.

Con cada día que pasaba, Vito disfrutaba más y más del set de trenes. Descubrió nuevas formas de jugar e incluso invitaba a sus amigos para compartir su pasión por los ferrocarriles en miniatura.

Se dio cuenta de que había encontrado algo aún mejor que su avión: había encontrado una nueva forma divertida e inspiradora de dejar volar su imaginación.

Y así fue como el pequeño Vito aprendió una valiosa lección: a veces las cosas no salen como esperamos, pero si mantenemos nuestra mente abierta podemos encontrar nuevas oportunidades maravillosas justo donde menos lo esperamos.

FIN.

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