Vivianne y el Poder del Saber



Vivianne era una niña de siete años que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Cada día, al sonar el timbre de su escuela, su corazón se llenaba de emoción, pero no por las clases de algebra o ciencias, sino porque sabía que había un hermoso patio lleno de juegos donde podría correr y jugar con sus amigos.

Cada mañana, la señorita Sara, su maestra, intentaba captar la atención de Vivianne.

"Vivianne, hoy vamos a aprender sobre los planetas. ¿Sabías que hay más de cien millones de estrellas en el universo?" - dijo la señorita Sara, sonriendo.

"¡Pero yo solo quiero jugar a las escondidas!" - respondió Vivianne con una sonrisa traviesa, mientras corría hacia el patio.

Los días pasaban y Vivianne seguía sin prestar atención en clase. Siempre se distraía, haciendo bromas con sus amigos o pensando en lo que harían después de la escuela. Sin embargo, había una cosa que Vivianne adoraba más que jugar: las historias que su abuela le contaba cada noche antes de dormir. Historias de valientes aventureros, de princesas y de criaturas mágicas.

Un día, mientras estaba en el patio jugando a la pelota, Vivianne escuchó a un grupo de niños hablando emocionados sobre un concurso de cuentos que iba a llevarse a cabo en la escuela. El ganador tendría la oportunidad de contar su historia ante toda la comunidad.

"¡Eso suena genial! ¿De qué se trata?" - preguntó Vivianne con curiosidad, deteniéndose en su juego.

"Se trata de contar la mejor historia que puedas imaginar. El premio incluye una mochila llena de cosas para jugar, como pelotas y juegos de mesa" - le explicó su amigo Julián.

De repente, Vivianne sintió un cosquilleo en su estómago. El pensamiento de contar su propia historia era tan emocionante que comenzó a soñar con el premio. Pero pronto se dio cuenta de que, para poder contar una buena historia, tendría que aprender a escribir y a leer bien. Eso significaba... ¡estudiar!

Esa noche, decidió que no podía dejar pasar la oportunidad. Se sentó en su escritorio y comenzó a leer unos libros que le había regalado su abuela.

"Este libro habla de un dragón y una princesa, ¡esto será perfecto para mi cuento!" - pensó mientras subrayaba las partes que más le gustaban.

Al día siguiente, decidida a impresionar a la señorita Sara, llegó a la escuela con su cuaderno lleno de ideas.

"Señorita Sara, hoy quiero contarles algo sobre un concurso de cuentos y quiero participar. ¡Voy a escribir una historia!" - exclamó Vivianne, con brillo en los ojos.

La maestra, sorprendida pero feliz, le sonrió.

"¡Me encanta escuchar eso, Vivianne! Estoy segura de que tu historia será increíble. ¿Te gustaría hacer un plan para escribirla juntos?"

Así fue como, con la ayuda de la señorita Sara, Vivianne comenzó a entender que el estudio no era solo un conjunto de reglas aburridas, sino una herramienta que le permitiría contar las historias que tanto amaba. Se emocionó al aprender sobre la estructura de una narrativa, la creación de personajes y descripciones.

Pasaron los días y Vivianne, muy entusiasmada, empezó a dedicar un poco más de tiempo a estudiar.

"¡Mirá, Julián! ¡Pude escribir sobre el dragón Roco y su amistad con la princesa Sofía!" - le mostró a su amigo después de la escuela, llena de orgullo.

El día del concurso finalmente llegó. Vivianne, con su corazón latiendo a mil por hora, se paró frente a todos.

"Hola, soy Vivianne y hoy voy a contarles la historia del dragón Roco..." - comenzó con una voz temblorosa pero decidida.

Al final de su cuento, el salón estalló en aplausos. Vivianne sintió que su esfuerzo había valido la pena. La maestra Sara, alzando la mano para hacer silencio, anunció:

"Y el ganador de este concurso es... ¡Vivianne!"

La niña no podía creerlo. Al recibir su premio y con los ojos brillando, supo que había descubierto algo valioso: estudiar no era solo un deber, era la llave a nuevas aventuras y sueños.

Desde ese día, Vivianne se convirtió en una gran lectora y escritora, jamás dejando de lado el juego, pero siempre recordando que el conocimiento abría puertas a mundos infinitos. Y así, jugó, estudió y siguió creando historias maravillosas que contaba a su abuela cada noche, llenando su hogar de magia y palabras.

Y así, la pequeña Vivianne aprendió que la vida es un equilibrio entre el juego y el saber, y que ambas cosas juntas son las que hacen que su corazón sea feliz.

FIN.

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