Volando alto




En un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Lucas, cuyo mayor anhelo era convertirse en piloto. Desde muy pequeño, Lucas sentía una fascinación especial por los aviones.

Pasaba horas mirando al cielo, soñando con volar tan alto como esas enormes máquinas. Sin embargo, en su pueblo, pocos veían con buenos ojos la idea de que un niño de allí pudiera llegar a ser piloto. "¿Un piloto de este pueblito? Eso es imposible", le decían. Pero Lucas nunca se rindió.

A medida que fue creciendo, su determinación se hizo más fuerte. Leyó todos los libros sobre aviación que pudo encontrar en la pequeña biblioteca del pueblo. Investigó sobre las diferentes aerolíneas y los lugares a los que volaban.

Su habitación se convirtió en un pequeño aeropuerto, con maquetas de aviones colgando del techo y posters de pilotos famosos en las paredes. Lucas sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para alcanzar su sueño.

Decidió inscribirse en clases de matemáticas y física para entender los principios detrás del vuelo.

Al principio, le costaba mucho trabajo entender esos números y fórmulas que parecían tan complicados, pero con paciencia y esfuerzo, poco a poco fue dominando esas materias. También practicaba la concentración, la coordinación y el control en un pequeño avión a escala que tenía en su casa.

Cada vez que llegaba a casa después de la escuela, se ponía a jugar con su avión, simulando despegues y aterrizajes en un pequeño aeropuerto improvisado en su habitación. Finalmente, después de mucho esfuerzo, llegó el día en que Lucas cumplió 18 años. Con mucho entusiasmo, decidió aplicar a una prestigiosa escuela de aviación.

La competencia era feroz, y muchos le decían que era imposible que alguien de su pequeño pueblo fuera aceptado en una escuela tan importante. Pero Lucas estaba determinado a demostrarles que estaban equivocados.

Pasaron semanas de nerviosismo, hasta que finalmente llegó la carta que cambiaría su vida: ¡Había sido aceptado! Lucas no podía creerlo. Todos sus esfuerzos habían dado frutos. Se despidió de su familia y amigos, y partió hacia la gran ciudad, donde comenzaría su entrenamiento como piloto.

Fueron años de arduo trabajo, sacrificio y dedicación, pero Lucas nunca se rindió. Finalmente, llegó el día en que se graduó, convirtiéndose en piloto.

Ahora, cada vez que sobrevuela su pequeño pueblo a bordo de un avión, las mismas personas que le decían que era imposible, ahora lo miran con asombro y orgullo. Lucas logró volar alto, y demostró que con determinación y esfuerzo, los sueños sí pueden hacerse realidad.

FIN.

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