Volando hacia los sueños


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Juana. Desde muy pequeña, Juana tenía una gran pasión por los caballos y soñaba con convertirse en la mejor jinete del mundo.

Pasaba horas y horas observando a los caballos en el campo cerca de su casa, imaginando que galopaba junto a ellos. Un día, mientras caminaba por el pueblo, Juana vio un cartel que anunciaba una competencia de equitación.

Su corazón se llenó de emoción y decidió participar para demostrar su talento. Juana fue corriendo a contarle la noticia a sus padres y ellos la apoyaron totalmente.

Sabían lo feliz que se sentía cuando estaba cerca de los caballos y querían verla cumplir sus sueños. Con mucho entusiasmo, Juana comenzó a entrenar todos los días después de la escuela.

Montaba en su bicicleta hasta el establo del pueblo donde había conseguido permiso para practicar con uno de los caballos más amigables llamado Torito. Los días pasaban volando mientras Juana perfeccionaba su técnica. Aprendió cómo controlar al caballo con delicadeza pero firmeza, cómo saltar sobre obstáculos altos sin miedo y cómo mantenerse balanceada incluso durante las carreras más rápidas.

Finalmente llegó el día tan esperado: la competencia de equitación. El lugar estaba lleno de gente emocionada por presenciar las habilidades ecuestres de los participantes.

Entre ellos se encontraban los padres orgullosos de Juana, quienes no podían dejar de sonreír al verla disfrutar de su pasión. Juana se preparó para su turno, montó a Torito y se acercó al punto de partida. El juez dio la señal y ella comenzó a galopar con gracia y determinación.

Saltaron obstáculos, corrieron a toda velocidad y realizaron movimientos elegantes. El público estaba impresionado por la habilidad de Juana, pero lo más importante era que ella se sentía feliz y en su elemento.

A medida que avanzaba en el recorrido, una idea empezó a formarse en su mente. Al llegar al último salto, Juana tomó una decisión audaz. En lugar de saltarlo como todos los demás habían hecho, decidió hacer algo diferente.

Se detuvo frente al obstáculo y mirando hacia el cielo gritó:-¡Quiero volar! Y así lo hizo. Con un salto impresionante, Torito levantó vuelo sobre el obstáculo mientras Juana extendía sus brazos como si fueran alas.

Ambos parecían flotar en el aire por unos segundos antes de caer suavemente al otro lado del salto. La multitud estalló en aplausos y vítores mientras Juana sonreía desde lo alto de Torito. Había demostrado que no solo podía ser una gran jinete, sino también una chica valiente e imaginativa.

Después del evento, muchas personas se acercaron a felicitarla y le preguntaron cómo había tenido esa increíble idea de volar sobre el último salto.

Ella simplemente respondió:-Fue gracias a mi amor por los caballos y mi pasión por la equitación que encontré la inspiración para hacer algo diferente. Siempre debemos seguir nuestros sueños y atrevernos a ser únicos. A partir de ese día, Juana se convirtió en una leyenda en el mundo de la equitación.

Su historia inspiró a muchos niños y niñas a perseguir sus pasiones con valentía y creatividad. Juana nunca dejó de montar a caballo y siempre encontraba nuevas formas de sorprender al público en cada competencia.

Pero lo más importante era que ella siempre recordaba que su mayor logro no era ganar medallas, sino encontrar la felicidad en lo que amaba hacer: cabalgar hacia la libertad.

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