Volando juntas


Había una vez una bebe llamada Emma, quien cada mañana despertaba con una sonrisa que iluminaba a todas las personas y cosas a su alrededor.

Sus hermosos ojos curiosos miraban a su mamá mientras esta la cuidaba con todo su amor. Emma siempre estaba ansiosa por descubrir el mundo y aprender nuevas cosas. Cada día, su mamá le enseñaba algo nuevo, ya fuera sobre los colores, los animales o las formas.

Emma prestaba mucha atención y absorbía todos esos conocimientos como una esponja. Un día, mientras jugaban en el parque, Emma vio un pajarito volando en el cielo.

Se quedó fascinada observándolo y preguntó: "¿Mamá, qué hace ese pajarito?" Su mamá le respondió: "Ese pajarito se llama gorrioncito y está volando porque tiene alas". Emma sonrió emocionada y dijo: "¡Quiero volar como el gorrioncito!".

Su mamá rió cariñosamente y le explicó que los seres humanos no podían volar como los pájaros porque no tenían alas. Sin embargo, le dijo que había otras formas de explorar el mundo desde arriba. Le habló sobre los aviones y cómo podían llevar a las personas a lugares lejanos.

Emma quedó maravillada con la idea de viajar en avión. Decidió convertirse en piloto cuando creciera para poder ver el mundo desde lo alto.

Desde ese momento, cada vez que escuchaba un avión pasar por encima de ellos, señalaba hacia arriba emocionada diciendo: "¡Mira mamá! ¡Un avión! ¡Algún día seré piloto!". El tiempo pasó y Emma creció, pero su amor por los aviones nunca desapareció. Estudió arduamente para convertirse en piloto y finalmente cumplió su sueño.

Ahora podía volar por el cielo, explorando nuevos lugares y llevando a las personas a sus destinos. Un día, mientras estaba en un vuelo hacia una isla tropical, Emma se encontró con una niña llamada Sofía.

Sofía era muy tímida y tenía miedo de volar en avión. Emma se acercó a ella con una gran sonrisa y le dijo: "Hola Sofía, mi nombre es Emma. ¿Te gustaría saber cómo funciona un avión?". Sofía miró a Emma con curiosidad y asintió tímidamente.

Emma le explicó todo lo que sabía sobre los aviones: cómo funcionaban los motores, cómo se mantenían en el aire y cómo los pilotos aseguraban la seguridad de todos los pasajeros.

A medida que Emma hablaba, el miedo de Sofía comenzó a desvanecerse. Comenzaron a hablar sobre sus sueños y descubrieron que ambos tenían metas similares. Sofía también quería ser piloto cuando creciera. Emma decidió ayudar a Sofía a superar su miedo al volar.

La invitó a sentarse junto a ella en la cabina del piloto durante el despegue y le mostró cómo controlaba el avión. A medida que ascendían hacia el cielo, Sofía sonreía emocionada y exclamaba: "¡Es increíble! ¡Me encanta volar!".

Desde ese día, Emma y Sofía se hicieron amigas inseparables. Juntas, exploraron el mundo a través de los aviones, compartiendo su amor por la aventura y la curiosidad.

La historia de Emma nos enseña que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos tener grandes sueños. Siempre hay algo nuevo por descubrir y aprender en este vasto mundo.

Y si tenemos el coraje de seguir nuestros sueños y compartir nuestro conocimiento con los demás, podemos hacer una diferencia en la vida de las personas que nos rodean. Y así, Emma continuó volando por el cielo con su sonrisa radiante, inspirando a otros a alcanzar las alturas y descubrir todo lo que el mundo tiene para ofrecer.

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