Volar Feliz



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, había un niño llamado Carlitos, quien soñaba con ser un superhéroe. Tenía una capa roja que le había regalado su abuela y, cada vez que se la ponía, se sentía invencible. Su mayor anhelo era poder volar y ayudar a los demás desde el cielo.

Un día, mientras estaba en el parque, vió a unos niños intentando volar un cometa. Sin embargo, el cometa no elevaba como ellos querían. Carlitos se acercó y les dijo:

"¿Quieren que les ayude?"

"Sí, pero no sabemos cómo hacer que vuele mejor", respondió una niña llamada Maru.

Entonces, Carlitos se puso la capa y les explicó:

"A veces, solo necesitamos un poco de confianza y a veces, un empujoncito. Vamos a intentarlo juntos."

Todos se unieron y, después de unos intentos, lograron que el cometa volara alto en el cielo. Los niños gritaron de alegría:

"¡Lo logramos!"

"¡Eres un verdadero superhéroe, Carlitos!"

Carlitos, radiante por la alegría de sus amigos, decidió que en su papel de superhéroe, también debía aprender a volar. Así que un día, subió a una colina y se concentró.

"Si mi corazón es valiente, podré volar".

Pero, al intentar lanzarse, sólo logró caer rodando.

"¡Ay! Esto es más complicado de lo que pensaba", se quejó, arrugando la nariz.

En su camino de regreso, se encontró con Don Manuel, el anciano del pueblo, quien le sonrió.

"¿Qué te sucede, Carlitos?"

"Quiero volar, Don Manuel, pero no puedo".

"Podés volar, eso lo sé. Pero no solo con tus alas, sino con tu imaginación y tu bondad".

Carlitos no comprendía del todo, pero decidió que probaría nuevamente al día siguiente. Esa noche, soñó que volaba sobre los árboles, ayudando a todos en el pueblo. Al despertar, estaba decidido a hacer el bien sin necesidad de volar.

Durante la semana, Carlitos ayudó a sus vecinos: recogió la basura en el parque, ayudó a una señora a cruzar la calle y se ofreció a cuidar a los perritos del refugio. Todo el pueblo empezó a notar sus buenas acciones:

"¡Mirá a Carlitos! ¡Es un superhéroe de verdad!"

"¡Sí! No necesita volar para ser valiente!"

Un día, mientras ayudaba con el refuerzo escolar a sus amigos, un viento fuerte sopló y derribó un árbol en la entrada de la escuela. Todos se asustaron, y Carlitos, pese al temor que sentía, corrió hacia allá.

"¡Chicos, tranquilos! ¡Ayudemos a despejar el camino!"

El sonido del árbol cayendo hizo eco en el corazón de todos. Sin dudar, todos se unieron a Carlitos, y juntos lograron quitar las ramas del camino. Cuando terminaron, los niños se sintieron orgullosos y lo abrazaron:

"¡Eres nuestro héroe, Carlitos!"

Esa noche, mientras contemplaba el cielo estrellado, Carlitos comprendió lo que Don Manuel quiso decir.

"No necesito alas para volar. Cuando ayudo a los demás, mi corazón vuela alto en la felicidad".

Así entendió que ser un superhéroe no era solo tener superpoderes, sino ser valiente y ayudar a los que nos rodean. Y aunque nunca aprendió a volar como en sus sueños, siempre llevaba su capa roja, dispuesto a hacer del mundo un lugar mejor.

Desde entonces, Carlitos inspiró a otros niños del pueblo a ser valientes y a ayudar. Juntos, comenzaron a llamarse "Los Valientes de Sonrisas" y la felicidad voló alto por encima de ellos, como un cometa en el cielo.

Y así, Carlitos descubrió que ser un superhéroe valiente no era solo una cuestión de volar, sino de tener un gran corazón lleno de bondad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!