Vuelo de mariposa



En un tranquilo bosque lleno de flores y árboles, vivía una pequeña mariposa llamada Lila. Lila era conocida por sus hermosos colores, pero había algo que le preocupaba mucho: nunca había aprendido a amar. Un día, mientras volaba entre las flores, se encontró con un viejo y sabio búho llamado Don Rufi.

- 'Hola, Lila. ¿Por qué tan pensativa?' - preguntó Don Rufi, acomodándose en su rama.

- 'Quiero aprender a amar, pero no sé cómo hacerlo' - suspiró Lila.

- 'Aprender a amar no es sencillo, pequeña. Es una tarea que requiere paciencia y práctica. Pero, hay algo que puedes intentar: observa a los demás' - le aconsejó el búho.

Lila decidió seguir el consejo de Don Rufi. Al día siguiente, se sentó en una flor y comenzó a observar a los demás insectos. Vio a una abeja llamada Bea que recogía néctar de las flores.

- 'Bea, ¿por qué trabajas tanto?' - le preguntó.

- 'Porque amo hacer miel y me encanta cuidar de nuestra colmena. El amor por lo que hago me motiva a seguir' - respondió Bea con una sonrisa.

Lila pensó en lo que había dicho Bea. Era maravilloso ver cómo el amor por su trabajo la hacía tan feliz. Entonces, siguió observando. Vio a un grupo de hormigas que ayudaban a una hormiga herida.

- '¿Por qué le ayudan?' - preguntó Lila.

- 'Porque somos una familia, y el amor nos une. Siempre nos cuidamos entre nosotros' - dijo una de las hormigas.

Lila se sintió inspirada por el cariño que existía entre las hormigas. Voló hacia un estanque, donde vio a una rana que ayudaba a sus amigos a cruzar el agua.

- '¿Por qué haces eso?' - le preguntó Lila.

- 'Porque me importa su bienestar. El amor se trata de cuidar de los demás, de estar ahí para ellos' - explicó la rana.

Después de aprender de todos sus amigos, Lila regresó a casa. Decidió que quería practicar el amor también. Al día siguiente, vio a una mariquita llamada Mía que estaba sola y triste.

- '¿Qué te pasa, Mía?' - preguntó Lila con ternura.

- 'Me siento sola, no tengo con quién jugar' - respondió Mía con ojos tristes.

- '¡Juguemos juntas! Te prometo que será divertido' - le dijo Lila.

Las dos comenzaron a jugar, riendo y saltando entre las flores. Lila se dio cuenta de que hacer feliz a Mía le hacía sentir bien.

A medida que pasaban los días, Lila continuó buscando oportunidades para mostrar su amor. Ayudaba a las flores a polinizar, alegraba a los insectos tristes y siempre ofrecía su amistad a quien la necesitara.

Un día, mientras volaba por en medio de un hermoso atardecer, se encontró con Don Rufi nuevamente.

- 'Hola, Lila. Veo que has estado muy ocupada. ¿Qué has aprendido?' - le preguntó el búho.

- 'He aprendido que amar es cuidar, compartir y hacer felices a los demás. Cuando ayudas a alguien, el amor fluye naturalmente' - respondió Lila con alegría.

- 'Eso es muy cierto, pequeña. Pero recuerda, amar también significa cuidar de uno mismo. Nunca te olvides de alimentar tu propia felicidad' - añadió Don Rufi con sabiduría.

Lila sonrió, entendiendo que el amor no solo era para los demás, ¡también para ella!

Desde entonces, Lila siguió volando y aprendiendo. Cada día, se esforzaba por ser más cariñosa y dedicar tiempo a sus amigos. A veces había momentos difíciles, pero siempre encontraba la manera de regresar al amor y la bondad.

Finalmente, Lila entendió que aprender a amar era una aventura constante, un hermoso vuela que nunca terminaba. Y así, con cada batir de alas, fue esparciendo semillas de amor por todo su bosque, haciendo del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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