Wenceslao Escalante en el basural



Wenceslao Escalante era un niño muy curioso que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras jugaba en el patio de su casa, vio cómo el viento se llevaba una bolsa de plástico y la depositaba en el basural que se encontraba en las afueras del pueblo. Intrigado, decidió seguir la bolsa y descubrió un mundo completamente desconocido para él.

Al llegar al basural, Wenceslao se encontró con una comunidad de objetos plásticos abandonados. Había botellas, bolsas, juguetes rotos y muchos otros desechos que ya no servían para nada. En medio de ese caos, conoció a Plastilito, un viejo juguete de plástico que se convirtió en su guía.

- Hola, soy Wenceslao. ¿Qué es este lugar? -preguntó el niño, asombrado por lo que veía.

- Esto es el basural, Wenceslao. Aquí es donde terminamos los objetos de plástico cuando la gente ya no los quiere. Pero yo creo que aún tenemos mucho por hacer -respondió Plastilito con determinación.

Wenceslao decidió ayudar a Plastilito y juntos comenzaron a recorrer el basural en busca de objetos que aún pudieran ser útiles. Con paciencia y creatividad, empezaron a transformar las botellas en macetas, las bolsas en cuerdas y los juguetes rotos en piezas para armar otros nuevos. Poco a poco, otros objetos se fueron sumando a su causa y el basural se convirtió en un lugar lleno de vida y color.

Sin embargo, su labor no fue fácil. Muchos objetos del basural se burlaban de ellos y no creían en la posibilidad de transformarse en algo útil. Además, debían enfrentarse a las duras condiciones del basural y a las inclemencias del tiempo. Pero Wenceslao y Plastilito no se rindieron, y con amor y perseverancia lograron cambiar la mentalidad de muchos objetos desanimados.

Finalmente, su labor llamó la atención de las autoridades del pueblo, quienes se sorprendieron al ver la transformación del basural. Decidieron apoyar su iniciativa y juntos crearon un programa de reciclaje para toda la comunidad. El basural se convirtió en un centro de reciclaje y educación ambiental, donde niños y adultos aprendían a cuidar el planeta y a darle una nueva oportunidad a los objetos de plástico.

Wenceslao y Plastilito se convirtieron en héroes para el pueblo, demostrando que con creatividad y trabajo en equipo, todo se puede transformar para bien. El basural se convirtió en un lugar de esperanza y enseñanza, y Wenceslao aprendió que, aunque algo parezca inservible, siempre hay una oportunidad para darle una segunda vida.

FIN.

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