Whispering Wings



Había una vez una linda casita en medio de un frondoso bosque. En esa casita vivían dos pajaritos llamados Luli y Tito, junto a sus amorosos padres, Marta y Juan.

Luli y Tito eran dos pajaritos muy curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras. Un día, mientras jugaban cerca de la ventana, vieron algo que les llamó la atención: ¡una pequeña ardillita saltarina! - ¡Mira, Luli! ¡Qué linda ardillita! -exclamó Tito emocionado. - Sí, es preciosa.

¿Te imaginas si pudiera ser nuestra amiga? -dijo Luli con ilusión. Decididos a hacerse amigos de la ardillita, los hermanitos volaron hacia el árbol donde ella se encontraba.

Pero cada vez que intentaban acercarse, la ardillita se asustaba y salía corriendo más rápido que el viento. - ¡Es imposible alcanzarla! -dijo Tito desanimado. - No te preocupes, hermanito. Si queremos hacer amistad con ella debemos buscar una manera diferente -respondió Luli pensativa.

Los pajaritos regresaron a su casa y le pidieron consejo a sus padres sobre cómo acercarse a la ardillita sin asustarla. Marta y Juan escucharon atentamente y sonrieron al ver lo valientes e ingeniosos que eran sus hijos.

- Chicos, creo que tengo una idea para ayudarlos -dijo Marta-. ¿Han probado hablarle con paciencia desde lejos? Luli y Tito siguieron el consejo de su mamá y se acercaron lentamente al árbol donde estaba la ardillita. - Hola, amiguita.

No tengas miedo, solo queremos ser tus amigos -dijo Luli dulcemente. La ardillita los miró con curiosidad y decidió quedarse quieta en una rama cercana. - ¿De verdad quieren ser mis amigos? -preguntó la ardillita dudosa. - Claro que sí.

Nos encantaría tener una amiga tan especial como tú -respondió Tito con entusiasmo. Poco a poco, la ardillita fue perdiendo el miedo y comenzó a bajar del árbol para jugar con Luli y Tito.

Juntos saltaban de un lado a otro, compartían nueces y exploraban el bosque sin parar. Los días pasaron y la amistad entre los pajaritos y la ardillita se fortaleció cada vez más.

Descubrieron que tenían muchas cosas en común y aprendieron valiosas lecciones sobre el respeto, la confianza y la importancia de aceptar a los demás tal como son. Un día, mientras jugaban cerca de un río cristalino, vieron algo brillante bajo el agua: ¡un tesoro! - ¡Tenemos que contarle esto a nuestros padres! -exclamó Luli emocionada.

Corrieron hacia su casa para compartir la noticia con Marta y Juan. Todos juntos regresaron al río para reagarrar el tesoro perdido hacía muchos años por unos piratas aventureros.

Pero en lugar de quedárselo para ellos mismos, decidieron donarlo a un museo local para que todos pudieran disfrutar de su belleza. La historia de la amistad entre Luli, Tito y la ardillita se convirtió en un ejemplo para todos en el bosque.

A partir de ese día, los animales aprendieron a respetarse y ayudarse mutuamente. Y así, los pajaritos demostraron que no importa cuán diferentes seamos, siempre podemos encontrar una manera especial de conectarnos con los demás y hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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