Wilian y su Gatito
Había una vez un niño de 9 años llamado Wilian. Tenía un pequeño gatito llamado Miau, que era de color naranja y tenía unos ojos grandes y curiosos. Sin embargo, a Wilian no le importaba mucho su mascota. A menudo, lo dejaba solo en casa mientras él salía a jugar con sus amigos.
Un día, mientras jugaba en la plaza, Wilian vio a un grupo de chicos acariciando a un perro. Se detuvo a observar.
"¡Qué lindo es el perro!" - dijo uno de los chicos.
"Sí, y muy educado. Mira cómo se sienta cuando se lo pide" - respondió otro.
Wilian sintió una punzada de celos. No podía dejar de pensar en lo poco que hacía por Miau.
Esa noche, al llegar a casa, vio a su gatito en la ventana, mirándolo con ojos tristes. Wilian se sintió mal, pero trató de ignorarlo. Sin embargo, lo que vio a continuación lo sorprendió: Miau empezó a jugar con una bola de papel, pero cada vez que se caía, miraba a Wilian como esperando su atención.
"¿Por qué no me mirás?" - pareció decir Miau con su expresión.
Wilian se sintió culpable. Por primera vez, se dio cuenta de que Miau no era solo una mascota, sino su amigo. Decidió hacer un cambio.
Al día siguiente, cuando volvió de la escuela, se puso a jugar con Miau. Compró unos juguetes nuevos, comida de buena calidad y, lo más importante, empezó a pasar tiempo con él.
"¡Mirá, Miau!" - exclamó Wilian mientras lanzaba una pelotita de lana.
"¡Miau!" - respondió el gatito emocionado, persiguiendo la bola por toda la casa.
Pasaron los días, y su relación se volvió cada vez más fuerte. Wilian aprendió a cuidar a Miau, a jugar con él y, sobre todo, a darle amor. Notó que Miau se volvía cada vez más juguetón y cariñoso. Ya no miraba a su dueño con tristeza.
Pero una mañana, mientras Wilian se preparaba para ir al colegio, notó que Miau no estaba por ningún lado. Buscó en toda la casa, pero no lo encontró. El corazón de Wilian empezó a latir rápido.
"¡Miau!" - gritó con preocupación.
Decidió salir al parque donde solía jugar. Dolido y con miedo, preguntó a los vecinos si habían visto a su gatito. Nadie tenía noticias de él. Entonces, una niña que pasaba por allí se le acercó.
"¿Estás buscando a tu gato?" - le preguntó la niña, con una sonrisa.
"Sí, no lo encuentro. Es mi amigo" - dijo Wilian, con lágrimas en los ojos.
"No te preocupes, ¡vamos a buscarlo juntos!" - le sugirió la niña.
Ambos comenzaron a llamar a Miau, recorriendo la manzana. Finalmente, escucharon un pequeño maullido proveniente de detrás de un arbusto. Cuando se acercaron, vieron la cabeza de Miau asomando entre las hojas.
"¡Miau!" - gritó Wilian, y corrió hacia él.
Cuando sostuvo a su gatito en sus brazos, sintió un alivio inmenso.
"No vuelvas a desaparecer así, amigo" - le dijo, acariciándolo con ternura. La niña sonrió y le dio un consejo.
"Siempre hay que cuidar a nuestras mascotas. Ellos dependen de nosotros".
Desde ese día, Wilian se volvió el mejor amigo de Miau. Aprendió que cuidar de alguien no solo era una responsabilidad, sino un acto de amor.
Ahora, cada vez que se iba a jugar, aseguraba que Miau tuviera un lugar seguro y cómodo para estar. Wilian nunca dejó que su gatito se sintiera solo otra vez. Y así, juntos, formaron un vínculo irrompible, recordando siempre la importancia de cuidar y amar a quienes nos rodean.
FIN.