Wiri y el Tótem de la Vicuña



En las majestuosas montañas de los Andes peruanos, vivía un joven llamado Wiri. Tenía 17 años y, aunque su corazón cargaba el peso de la pérdida de sus padres, siempre encontró consuelo en las historias que ellos le contaban. Antes de marcharse, le dejaron un mapa antiguo con una misión especial: encontrar un tótem familiar que representaba a una vicuña, un símbolo de su herencia.

Un día, mientras Wiri se sentaba en la orilla de un valle, decidió que era hora de emprender su viaje. Con el mapa en la mano, sonrió y se dijo a sí mismo.

"Voy a encontrarlo, sé que mis padres me están mirando desde algún lugar".

El mapa lo guió hacia un denso bosque que parecía respirar magia. Al entrar, el aire se llenó de aromas dulces y sonidos de animales que nunca había escuchado. Curioso y emocionado, Wiri avanzó, pero pronto comprendió que no todo era un cuento de hadas.

En el corazón del bosque, se encontró con un zorro astuto que lo observaba desde detrás de un arbusto.

"¿A dónde vas, joven viajero?" - preguntó el zorro con una voz suave.

"Busco el tótem de la vicuña. Es algo muy importante para mí" - respondió Wiri, con seguridad.

"¿Y qué estás dispuesto a hacer para encontrarlo?" - inquirió el zorro, inclinando la cabeza.

Wiri, recordando las enseñanzas de sus padres sobre la valentía y la perseverancia, contestó:

"Haré lo que sea necesario, no tengo miedo".

Y así, el zorro decidió acompañarlo. Juntos, enfrentaron pruebas desafiantes; cruzaron ríos de aguas turbulentas y enfrentaron sombras misteriosas que parecían querer confundirlos.

Uno de esos encuentros fue con un grupo de búhos que volaban bajo, sus ojos grandes y sabios brillaban en la penumbra.

"A quien quiera encontrar el tótem, tendrán que resolver nuestro acertijo" - dijo el búho mayor.

"Estoy listo" - exclamó Wiri.

"¿Qué tiene cuatro patas por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?" - retó el búho.

Wiri frunció el ceño, pensativo. Recordó las historias que su madre le leía antes de dormir. Y de repente, sonrió.

"¡Es el ser humano! Cuando es bebé gatea, luego camina y, al llegar a la vejez, usa un bastón".

Los búhos aplaudieron con sus alas, impresionados por la sabiduría del joven.

"Eres astuto, sigue adelante" - dijo el búho mayor y las sombras desaparecieron.

Después de superar varios obstáculos, Wiri llegó a un claro en el bosque. En el centro, brillando con una luz dorada, estaba el tótem de la vicuña. Su corazón latía con alegría. Sin embargo, al acercarse, una voz resonó desde la penumbra.

"¿Por qué buscas el tótem, Wiri?" - era el zorro, pero su tono era distinto, más profundo.

"Para honrar a mis padres y recordar nuestras raíces" - contestó Wiri sin vacilar.

"¿Estás seguro? Hay quienes lo buscan por avaricia".

Wiri hizo una pausa. Su viaje no era solo por un objeto; era un camino hacia el autodescubrimiento.

"No lo busco por riqueza, sino por amor y memoria" - repitió.

Las palabras de Wiri resonaron en el aire. De repente, el tótem comenzó a brillar aún más. La luz lo envolvió y, en un instante mágico, entendió que su familia siempre viviría en su corazón, sin importar la distancia. El zorro sonrió mientras el luminoso tótem danzaba a su alrededor, hasta que finalmente se convirtió en una hermosa vicuña que trotó hacia el horizonte.

"Has mostrado un gran valor y nobleza, Wiri. Te llevarás contigo no solo el tótem, sino las enseñanzas de tu viaje".

Con el tótem en sus manos y una nueva perspectiva de la vida, Wiri salió del bosque. Acompañado por su compañero zorro, emprendió el camino de regreso hacia su hogar, sabiendo que siempre llevaría consigo el legado de sus padres y la fuerza de su historia.

FIN.

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