Wishes for Learning
Había una vez un niño llamado Mateo que estaba muy emocionado porque iba a comenzar el colegio. Era su primer día y no podía esperar para conocer a sus nuevos amigos y aprender muchas cosas nuevas.
Cuando llegó al colegio, Mateo se encontró con la maestra, la señorita Ana. Ella era muy amable y le dio la bienvenida a todos los niños de su clase.
Mateo se sentó en su pupitre junto a Tomás, un niño muy simpático que también estaba emocionado por empezar al cole. La señorita Ana les explicó que iban a aprender muchas cosas interesantes durante el año y que ellos serían los protagonistas de sus propios aprendizajes.
Les dijo que cada uno tenía habilidades únicas y que juntos formaban un equipo increíble. Los días pasaron y Mateo se fue adaptando poco a poco a la rutina escolar.
Descubrió lo divertido que eran los recreos, donde podía jugar con sus amigos en el patio del colegio. También le gustaba mucho pintar y aprender números en las clases de matemáticas. Un día, mientras estaban jugando en el recreo, Mateo vio algo brillante en el suelo.
Se acercó corriendo y descubrió que era una moneda dorada. Estaba tan emocionado por encontrar algo tan especial que decidió enseñársela a su amigo Tomás. "¡Tomás! ¡Mira lo que encontré! Es una moneda mágica", exclamó Mateo emocionado.
Tomás miró la moneda con curiosidad y sugirió: "¿Y si vamos al parque después del colegio? Podríamos hacer un deseo con la moneda y ver qué pasa". Mateo asintió emocionado y los dos amigos se pusieron de acuerdo para encontrarse en el parque al terminar las clases.
Cuando llegaron al parque, Mateo sostuvo la moneda en su mano y cerró los ojos con fuerza.
Hizo su deseo más profundo: "Deseo que todos los niños del mundo tengan la oportunidad de ir al colegio y aprender cosas maravillosas como yo". Al abrir los ojos, Mateo sintió una extraña sensación. Miró a su alrededor y vio que el parque estaba lleno de niños de todas partes del mundo, riendo y jugando juntos.
"¡Tomás! ¡Mira lo que pasó! Nuestro deseo se hizo realidad", exclamó Mateo sorprendido. Los dos amigos corrieron a jugar con los nuevos niños que habían aparecido en el parque.
Descubrieron que cada uno tenía historias diferentes pero compartían el mismo deseo de aprender y crecer juntos. A partir de ese día, Mateo entendió lo importante que era valorar la educación y compartir sus conocimientos con otros. Se dio cuenta de que todos merecían tener las mismas oportunidades para aprender y soñar en grande.
Y así, Mateo siguió disfrutando cada día en el colegio junto a sus amigos, aprendiendo cosas nuevas e inspirándose mutuamente para ser mejores personas. Juntos descubrieron que cuando se trabaja en equipo, cualquier sueño puede hacerse realidad.
FIN.