Wody, el Astronauta Soñador
Había una vez un astronauta llamado Wody. Desde chico, Wody soñaba con ir a la luna y explorar su misterioso paisaje. Sin embargo, no tenía su propia nave y eso era un gran obstáculo para él. Pero Wody era un chico muy ingenioso y decidió construir su propia nave espacial.
Después de semanas de trabajo arduo, finalmente logró armarla con cartones, latas y un poco de imaginación. Era un poco extraña, pero a Wody le encantaba.
Un día, se despertó muy emocionado y se dijo a sí mismo:
"Hoy es el día. ¡Voy a la luna!"
Antes de partir, Wody se dio cuenta de que necesitaba comida de astronauta. Así que se fue al mercado y compró algunas galletas, frutas y jugo de manzana. Una vez que tuvo todo lo que necesitaba, se subió a su nave y se puso en marcha.
Con el botón de encendido, la nave rugió y comenzó a elevarse. Wody miró por la ventana y vio cómo la tierra se alejaba cada vez más. Estaba tan emocionado que casi se olvida abrocharse el cinturón.
"¡Mirá, soy un verdadero astronauta!" gritó mientras daba vueltas en su asiento.
Pero en medio de su alegría, algo muy importante sucedió. Wody había volado muy alto y, de repente, una nube de polvo espacial llenó la cabina. Se puso un poco nervioso y dijo:
"¿Qué es esto?"
Sin saberlo, había tocado uno de los botones que no debía tocar. La nave comenzó a girar.
"¡Oh no! ¿Qué voy a hacer?"
"Respira hondo, Wody. Puedes hacerlo", se dijo a sí mismo.
Recordando lo que había aprendido en sus libros sobre el espacio, decidió no entrar en pánico. Se acordó de que había un botón de emergencia para estabilizar la nave.
"Aquí va nada..."
Con un poco de temblor en las manos, Wody apretó el botón. La nave dejó de girar y pudo controlar la dirección nuevamente.
"¡Lo logré!" exclamó, contento de no haberse rendido ante el miedo.
Finalmente, después de muchas aventuras y un poco más de nervios, Wody llegó a la luna. Cuando puso un pie en el suelo lunar, vio un paisaje lleno de cráteres y rocas brillantes. Miró hacia la Tierra y sonrió.
"Mirá cuán lejos he llegado. Eso sí que es increíble!"
Emocionado, comenzó a saltar y a explorar. Se encontró con un pequeño bólido de luna, un animalito curioso que parecía mirar a Wody con gran interés.
"¡Hola, pequeño amigo!" dijo Wody.
"Soy Wody, el astronauta. He venido a descubrir tu hogar."
El bólido lo siguió a todas partes, y juntos saltaron entre los cráteres y recolectaron rocas lunares. Wody decidió que tenía que llevar algo de la luna de vuelta a casa, así que llenó su mochila con algunas piedras especiales.
"Esto será un gran recuerdo de mi aventura", pensó.
Al final del día, Wody sabía que era hora de regresar. Subió a su nave, saludó al bólido que ahora era su amigo y prometió que volvería a visitarlo.
"¡Hasta luego, amigo!" dijo mientras su nave tomaba impulso y se alejaba de la luna.
Regresó a la Tierra, donde sus amigos y familiares lo estaban esperando. Todos estaban muy orgullosos de él y le preguntaron sobre su aventura. Wody les contó todo, desde cómo construyó su nave hasta cómo superó su miedo y conoció a su nuevo amigo en la luna.
"El miedo es normal, pero nunca debemos dejar que nos detenga. Si tienen un sueño, persíganlo de todo corazón, ¡como yo lo hice!" concluyó Wody con una gran sonrisa.
Y así, Wody aprendió que los sueños, si se persiguen con valentía, se pueden convertir en realidad, y que incluso los pequeños obstáculos son parte de las grandes aventuras de la vida. Sus amigos lo escucharon con admiración y todos prometieron hacer su propio viaje a la luna, aunque solo fuera en sus sueños.
Desde ese día, Wody siguió explorando y soñando en grande, recordando siempre que la verdadera aventura está en atreverse a soñar y a volar alto.
FIN.