Xuhar y el Club de los Valientes



Era un soleado lunes en la escuela de Xuhar. Desde la ventana del aula, podía ver a sus compañeros jugando en el patio. Un grupo de chicos se reía mientras pateaban una pelota, y el sonido de sus risas llenaba el aire con alegría. Xuhar siempre había sido un niño observador; le encantaba ver cómo sus amigos se divertían, pero a menudo se quedaba al margen, sin saber cómo unirse a ellos.

- ¡Vamos, vamos! - exclamó uno de los chicos mientras hacía un regate en el aire.

Xuhar sonreía, pero hoy se sentía un poco triste porque no sabía qué decir para acercarse y jugar con ellos. A pesar de que su alegría era contagiosa y siempre estaba listo para cantar alguna canción alegre, su timidez lo detenía.

Una vez más, se decidió a acercarse y les dijo:

- Hola… ¿puedo jugar?

Los chicos lo miraron un poco extrañados. Uno de ellos, llamado Lucas, le respondió:

- Claro, vení. Pero, ¿sabés jugar a la pelota?

- No mucho… pero puedo aprender - dijo Xuhar, sintiéndose un poco más seguro.

Así que, allí estaba, parado en medio del campo de juego, todavía con un poco de timidez pero decidido a divertirse. Al principio, Xuhar se sentía torpe y no lograba engancharse con la pelota.

- ¡No te preocupes, Xuhar! - lo alentó una compañera, Sofía. - La práctica hace al maestro. ¿Qué te parece si te enseñamos un par de trucos?

Esa invitación iluminó a Xuhar. Con la ayuda de sus amigos, poco a poco empezó a entender cómo dar pases y hacer tiros. A medida que pasaban los días, comenzó a jugar mejor y, lo más importante, empezó a sentir una conexión real con sus compañeros.

Un día, mientras jugaban, Lucas se cayó y se hizo un raspón en la rodilla. Rápidamente, todos lo rodearon.

- ¿Estás bien? - preguntó Sofía con preocupación.

Xuhar, al ver la situación, recordó un especial contrato que le gustaba hacer con sus amigos.

- ¿Qué tal si formamos un 'Club de los Valientes'? - propuso Xuhar. - En este club ayudamos a los que se caen y siempre nos cuidamos entre nosotros.

Todos aceptaron la idea y pusieron sus manos en el medio, gritando al unísono:

- ¡Por el Club de los Valientes!

Desde aquel día, no solo jugaron juntos más a menudo, sino que también empezaron a ayudarse mutuamente. Cada vez que alguien se caía o se sentía triste, los demás se unían para hacerlo sentir mejor. ¡Los días en la escuela se volvieron más alegres!

Contento de tener amigos cercanos y un lugar donde pertenecer, Xuhar descubrió que acercarse a los demás no era tan difícil después de todo. Se dio cuenta de que muchas veces, lo único que se necesita es un poco de valentía y el deseo de ser un buen amigo.

Una mañana, mientras se preparaban para la clase de música, Xuhar decidió animar el ambiente.

- ¿Quieren que les cante una canción? - preguntó, con una gran sonrisa.

Todos asintieron emocionados. Xuhar, con su voz alegre, comenzó a cantar una canción sobre la amistad y la valentía. Los demás lo acompañaron, y el aula se llenó de risas y carcajadas.

Así fue como Xuhar, el niño observador, alegre y cantarin, logró acercarse a sus amigos y disfrutar al máximo de su tiempo en la escuela.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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