Yago, el Pitbull Amable


Yago era un Pitbull muy especial. A diferencia de otros perros de su raza, él no era agresivo ni peligroso. De hecho, Yago era todo lo contrario: cariñoso y juguetón.

Le encantaba correr por el parque y perseguir pelotas, pero sobre todo le gustaba que le rasquen la pancita. Un día, mientras paseaba con su dueño por el parque, Yago vio a unos niños jugando en una zona cercana.

Como siempre, se acercó para saludarlos y pedirles que le rasquen la pancita. Los niños se asustaron al ver a un Pitbull tan grande y fuerte acercándose a ellos. "¡Mamá! ¡Hay un perro peligroso aquí!"- gritó uno de los niños.

La madre de los niños se acercó rápidamente y trató de alejar a Yago con una vara larga. "¡Vete! ¡Fuera de aquí! No queremos perros peligrosos cerca de nuestros hijos"- dijo la mujer con miedo en sus ojos. Yago no entendía qué estaba pasando.

Él sólo quería jugar y recibir algunas caricias. Pero la gente seguía teniendo prejuicios contra los Pitbulls por su reputación violenta.

Desanimado, Yago volvió con su dueño a casa ese día pensando en cómo podría cambiar la opinión del mundo sobre los Pitbulls. Al día siguiente, Yago decidió hacer algo valiente: visitaría una escuela cercana para demostrar que los Pitbulls pueden ser amables y sociables si les dan amor y atención adecuados.

Cuando llegaron a la escuela, todos los niños se sorprendieron al ver a Yago. Pero en lugar de tener miedo, los niños se acercaron a él con curiosidad y comenzaron a acariciarlo. "¡Es tan suave y amigable!"- dijo un niño. Yago estaba feliz.

Finalmente había encontrado una manera de demostrar que los Pitbulls pueden ser perros amorosos si se les da la oportunidad. Después de esa visita, Yago se convirtió en un visitante frecuente de la escuela, y todos los niños lo adoraban.

Incluso recibió una placa por su valentía y amabilidad. La fama de Yago se extendió rápidamente por toda la ciudad. La gente comenzó a cambiar su opinión sobre los Pitbulls gracias a sus acciones positivas.

Ahora, cuando ven a un Pitbull como Yago, no piensan automáticamente en peligro o violencia; piensan en amor y cariño. Y así es como el pequeño gesto de un perro cariñoso cambió la opinión del mundo sobre una raza entera.

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