Yapeyú Matorras y el Viaje a San Martín



En un pequeño pueblo llamado Yapeyú, vivía un joven llamado Matorras. Era un chico curioso y aventurero que siempre soñaba con hacer cosas grandes. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, se encontró con un misterioso mapa enrollado dentro de una botella. Con su corazón latiendo de emoción, decidió desabrochar el mapa y así comenzó la aventura de su vida.

"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó Matorras a su mejor amiga, Lila.

"¿Qué es eso?" - preguntó Lila, intrigada.

"Es un mapa que parece llevar a un lugar mágico. Dice que si seguimos el camino dorado, llegaremos a San Martín" - respondió Matorras.

San Martín, el lugar del que tanto había escuchado en las historias de sus abuelos, era famoso por su belleza y gente amable. Lila, emocionada por la idea de la aventura, decidió acompañarlo.

Decididos a seguir el mapa, Matorras y Lila comenzaron su viaje. Pero pronto se dieron cuenta de que el camino no era tan fácil como pensaban. Encontraron un río que les bloqueaba el paso.

"¿Cómo cruzamos?" - preguntó Lila, sintiendo un poco de miedo.

"¡Ya sé! Podemos construir un puente con estas ramas!" - sugirió Matorras, lleno de entusiasmo.

Trabajaron juntos, recolectando ramas y troncos, hasta formar un puente improvisado. Con cuidado, cruzaron el río, sintiéndose orgullosos de su trabajo en equipo. Luego de unas horas de andar, llegaron a la montaña del silencio.

"¿Por qué se llama así?" - preguntó Lila.

"Porque aquí se dice que todos los sonidos desaparecen. Vamos a comprobarlo!" - respondió Matorras.

Así, los dos amigos se adentraron en la montaña, y efectivamente, al ingresar, se dieron cuenta de que todo estaba en calma. Pero cuando comenzaron a hablar, algo extraño sucedió.

"¡Hola!" - gritaron al unísono.

"¡Hola!" - respondieron sus ecos, que con su voz divertida los hicieron reír.

"Me gusta este lugar, hace sentir que todo está alineado" - comentó Lila.

"A veces, la naturaleza habla de maneras sorprendentes" - agregó Matorras.

Después de divertirse mucho en la montaña del silencio, continuaron su camino y pronto llegaron a un hermoso jardín lleno de flores. Había un anciano cuidando las plantas.

"Buenos días, jóvenes. ¿De dónde vienen?" - preguntó el anciano con una sonrisa.

"Venimos de Yapeyú, buscando el camino a San Martín" - respondieron Matorras y Lila.

"Esto es maravilloso. Para llegar a la ciudad, deben encontrar las llaves que abren el camino" - explicó el anciano.

"¿Llaves? ¿Dónde las encontramos?" - preguntó Matorras, intrigado.

"Están escondidas entre las flores, pero deben resolver un acertijo para encontrarlas" - aseguró el anciano.

Matorras y Lila se miraron con determinación. Aceptaron el desafío. El anciano les dijo el acertijo:

"Soy muy ligero, pero si me guardas me peso. Soy la respuesta a una pregunta, ¿quién soy?"

"¿Una pluma?" - sugerió Lila.

"¡No!" - gritaron los dos amigos al unísono.

"¡Es el pensamiento!" - exclamó Matorras con emoción.

"¡Correcto!" - dijo el anciano mientras señalaba bajo una gran flor roja donde había una llave dorada.

Recogieron la llave y el anciano les dio dos más, una por la respuesta y otra por su valentía al cruzar el río.

"Para llegar, deben usar estas llaves en la puerta mágica en el final del bosque. Ahora sigan su camino y cuenten su historia al llegar a San Martín" - les dijo el anciano.

Agradecidos, Matorras y Lila continuaron su viaje, ahora con una nueva energía. Finalmente, llegaron a una puerta brillante en medio del bosque que parecía sacada de un cuento de hadas. Usaron las llaves y la puerta se abrió, revelando una hermosa vista de San Martín.

Al entrar, quedaron maravillados con lo que veían: enormes montañas, ríos despejados, y una plaza llena de niños jugando.

"Lo logramos, Matorras!" - gritó Lila, saltando de alegría.

"Sí, y todo gracias a nuestra amistad y trabajo en equipo" - respondió Matorras, mirando el paisaje con orgullo.

Desde ese día, Matorras y Lila aprendieron que no importa cuán grandes sean los desafíos, si confían en sus habilidades y se ayudan mutuamente, pueden llegar a cualquier lugar, incluso a un mágico San Martín.

FIN.

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