Yara y el cohete de rescate


Yara era una niña alegre y curiosa que disfrutaba de largas tardes jugando con Dolly en el jardín de su casa.

Pero un día, papá y mamá le anunciaron que tenían que hacer un viaje urgente y no podían llevarse a Dolly. La pequeña Yara se puso muy triste al escuchar la noticia. "¡No puedo dejar a Dolly sola en ese lugar desconocido! ¡Tengo que hacer algo!" -pensó Yara con determinación.

Decidida a encontrar una solución, Yara se sentó en su habitación y comenzó a pensar. De repente, tuvo una brillante idea: construiría un cohete para ir a buscar a Dolly ella misma.

Con la ayuda de sus amigos del barrio, empezó a recolectar materiales y piezas para armar su ingenioso invento. "¿Estás segura de que esto funcionará, Yara?" -preguntó Martín, uno de sus amigos más cercanos.

"¡Claro que sí! ¡Con un poco de ingenio y trabajo en equipo, todo es posible!" -respondió Yara con entusiasmo. Después de varios días de arduo trabajo y muchas pruebas fallidas, finalmente el cohete estuvo listo para despegar.

Con Dolly esperándola en el asiento del copiloto, Yara se ajustó el casco y pulsó el botón de encendido. El cohete tembló por un momento antes de elevarse lentamente hacia el cielo estrellado. El viaje fue emocionante y lleno de aventuras: atravesaron asteroides brillantes, esquivaron cometas traviesos y surcaron galaxias desconocidas.

Finalmente llegaron al pueblito donde habían dejado a Dolly. La perrita saltó emocionada al ver a su dueña llegar desde el espacio. "¡Dolly! ¡Te extrañé tanto!" -exclamó Yara mientras abrazaba a su fiel amiga peluda.

Con Dolly asegurada en sus brazos, Yara regresó triunfante a casa en su cohete espacial improvisado. Al llegar, papá y mamá quedaron sorprendidos al verla bajar junto a la perrita blanca. "¿Cómo lo hiciste, Yara?" -preguntaron maravillados.

"Con valentía, creatividad ¡y amor por mi mascota!" -respondió la niña con una sonrisa radiante. Desde ese día, la historia del increíble viaje espacial de Yara se convirtió en leyenda entre los habitantes del barrio.

Y aunque ya no pudo volver al espacio en su cohete casero, siempre recordaría aquella aventura como un recordatorio del poder de la determinación y la amistad verdadera.

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